Desde La Denuncia Profética:
Domingo, 27 de abril de 2014
Las herejías de Juan Pablo II, el hombre que más viajó en la historia y quizás el más herético
Palabras del maestro judío Gilbert Levine a Larry King de CNN sobre
Juan Pablo II:
“KING: ¿El Papa lo felicitó
por el bar mitzvahs de sus hijos?
”LEVINE: No solo nos
felicitó, él nos envió una menorah.
”KING: ¿Él le envió una
menorah?
”LEVINE: En realidad él no la envió, sino que nos la dio. En realidad nos
dio una menorah. Creo que es del siglo XVI de Praga. Es la más hermosa
menorah. Él nos envió una carta por
ocasión del bar mitzvah de cada uno de nuestros hijos. También le ordenó al
cardenal a cargo de las relaciones católicos/judíos que nos enviara una carta
que fue leída en mi sinagoga ortodoxa por ocasión del bar mitzvahs más reciente
de mi hijo. Y el rabino la leyó como si viniera de un rabino”[1].
Karol Wojtyla (Juan Pablo II) reclamó ser Papa
entre 1978-2005
Las
herejías de Juan Pablo II
Juan
Pablo II ensenó la salvación universal, esto es, que todos los hombres se
salvan
La única
dificultad en la discusión de las herejías de Juan Pablo II es decidirse por
dónde empezar. Sus herejías son tan
numerosas que uno se queda casi abrumado al decidir por dónde partir. Un buen
punto de inicio es su constante enseñanza sobre la salvación universal. La idea
de que todos los hombres se salvan es contraria a las claras palabras del
Evangelio y a numerosos dogmas católicos, especialmente a los referentes a los
dogmas de fuera de la Iglesia Católica no
hay salvación y que todos los que mueren en pecado original o mortal no se
pueden salvar.
Papa Gregorio X, Segundo Concilio de Lyon, ex cathedra:
“Las almas de aquellos que mueren en pecado
mortal o con solo el original, descienden inmediatamente al infierno, para ser
castigados, aunque con penas desiguales”[2].
Sin
embargo, Juan Pablo II sostuvo y enseñó que en la Encarnación, el Hijo de Dios
se unió con cada hombre en una unión inquebrantable, lo que hace imposible,
según él, que alguien vaya al infierno.
Juan Pablo II enseñó explícitamente que esta unión entre Cristo y cada
hombre dura eternamente.
Juan Pablo II, Redemptor hominis, # 13, 4 de marzo de 1979:
“Se trata de ‘cada’ hombre, porque
cada uno ha sido comprendido en el misterio de la Redención y con cada uno
se ha unido Cristo, para siempre, por medio de este misterio”[3].
Juan Pablo II, Redemptoris missio, # 4, 7 de diciembre de 1990:
“En el hecho de la Redención está la
salvación de todos, ‘porque cada uno ha sido comprendido en el misterio de
la Redención y con cada uno Cristo se ha
unido, para siempre, por medio de este misterio’”[4].
Juan Pablo II, Centecimus annus, # 53, 1991:
“No se trata del hombre abstracto, sino del
hombre real, concreto e histórico: se trata de cada hombre, porque a cada uno llega el misterio de la Redención, y
con cada uno se ha unido Cristo para
siempre a través de este misterio”[5].
Nótese la
palabra “para siempre” en las tres citas. Sí, en tres diferentes encíclicas,
Juan Pablo II afirma sin rodeos que cada hombre se une con Cristo para siempre.
Esto significa que todos los hombres se salvan. El infierno es la separación
eterna de Dios, pero nadie se separa nunca de Dios según Juan Pablo II. Todos
están unidos con Dios para siempre. Esto es la salvación universal.
Hay muchas
otras citas que se podrían presentar para demostrar que Juan Pablo II enseñó
que todos los hombres se salvan. Por ejemplo, en 1985, Juan Pablo II explicó
cómo la sangre redentora de Cristo no está sólo disponible para todos (lo que
es cierto), sino que en realidad llega a todos y salva a todos.
Juan Pablo II, Homilía, 6 de junio de 1985:
“La eucaristía es el sacramento de la
alianza del cuerpo y sangre de Cristo, de la alianza que es eterna. Esta es la
alianza que incluye a todos. Esta
sangre llega a todos y a todos salva”[6].
En
contraste a esto, la enseñanza dogmática de la Iglesia Católica afirma que la
sangre de Cristo no llega ni salva a todos.
Papa Paulo III, Concilio de Trento, sesión,
6, ex cathedra:
“Mas, aun cuando Él murió por todos [2 Cor.
5, 15], no todos, sin embargo, reciben el beneficio de su muerte, sino sólo
aquellos a quienes se comunica el mérito de su pasión”[7].
Sólo
aquellos que son liberados del pecado original por el bautismo, y unidos a Él
por los sacramentos y la verdadera fe, reciben los beneficios de la muerte de Cristo.
Juan Pablo II, Homilía, 27 de abril de
1980:
“… Jesús nos hace, en sí mismo, una vez más
hijos de su Padre eterno. Él obtiene, de
una vez por todas, la salvación del hombre: de cada hombre y de todos…”[8].
Juan
Pablo II, Audiencia general, 27 de diciembre de 1978:
“Jesús
es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad hecho hombre, y por lo tanto, en
Jesús, la naturaleza humana y la
humanidad toda es redimida, salvada, ennoblecida en la medida de la
participación en la ‘vida divina’ por medio de la gracia”[9].
Aquí Juan Pablo II explica que toda
la humanidad ha sido salvada y participa de la vida divina. La frase
“participación en la vida divina” se refiere al estado de justificación o
estado de gracia santificante. Al decir que toda la humanidad participa en la
vida divina, ¡Juan Pablo II está diciendo que toda la humanidad está en estado
de gracia! Esto significa que nadie está
en pecado mortal o pecado original.
Con una
doctrina como esta, ¿quién no sería amado por el mundo? Juan Pablo II apeló a
las masas y fue amado por las masas, porque él aceptaba la religión de todos y
enseñaba que todo el mundo estaba unido con Cristo sin importar en qué creyera
o hiciera. Este es el indiferentismo religioso que caracterizó su
antipontificado.
Juan Pablo II enseñó que el Espíritu
Santo es el responsable de las religiones no cristianas
Además de
su increíble doctrina de la salvación y justificación universal, hay muchas
otras herejías de Juan Pablo II que debemos examinar. De particular importancia
es su enseñanza sobre la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, el Espíritu
Santo. Lo que Juan Pablo II enseñó sobre el Espíritu Santo es tan blasfemo y herético que podría decirse que es
su peor herejía.
Juan Pablo II, Redemptor hominis, # 6, 4 de marzo de 1979:
“¿No sucede quizá a veces que la
creencia firme de los seguidores de las religiones no cristianas, creencia
que es efecto también del Espíritu de verdad, que actúa más allá de los
confines visibles del Cuerpo Místico…”[10].
Juan Pablo
II dice que la creencia firme de los seguidores de las religiones no
cristianas procede del Espíritu Santo, el Espíritu de la Verdad. Sabemos
por la Sagrada Escritura y la enseñanza católica que Satanás es el autor de
todas las religiones no cristianas, lo que declara aquí Juan Pablo II es que el
Espíritu Santo, el Espíritu de la Verdad, en realidad es el espíritu de las
mentiras: Satanás. Ésta es una increíble blasfemia contra Dios.
La
Escritura y la Tradición nos enseñan que las religiones no cristianas
pertenecen al diablo, y que los “dioses” que ellos adoran en realidad son
demonios.
Salmos, 95, 5: “Todos los dioses de los
gentiles son demonios…”.
1 Corintios, 10, 20: “Antes bien, digo que
lo que sacrifican los gentiles, a los demonios y no a Dios lo sacrifican. Y no
quiero yo que vosotros tengáis parte con los demonios”.
Puesto que
Juan Pablo II enseñó que la creencia de esas religiones es el resultado del
Espíritu de Verdad, esa es la razón de que él repetidamente elogiara,
promoviera e incluso rezara con los miembros y líderes de las religiones no
cristianas.
Juan Pablo II con animista africano (brujo), trataremos más sobre
esto más adelante
Juan
Pablo II, Redemptoris missio, # 29, 7
de diciembre de 1990: “La relación de la
Iglesia con las demás religiones está guiada por un doble respeto: ‘Respeto
por el hombre en su búsqueda de respuesta a las preguntas más profundas de la
vida, y respeto por la acción del
Espíritu en el hombre’”[11].
Aquí Juan Pablo II dice que el
respeto por las religiones no cristianas está dictado por el respeto de la
acción del Espíritu en el hombre. Esto significa claramente que el Espíritu es
el responsable de esas religiones no cristianas, lo que significa, una vez más,
que el Espíritu Santo es comprendido como el espíritu de la mentira: Satanás.
Juan
Pablo II, Redemptoris missio, # 56, 7
de diciembre de 1990:
“Las otras religiones constituyen un
desafío positivo para la Iglesia de hoy; en efecto, la estimulan tanto a
descubrir y a conocer los signos de la presencia de Cristo y de la acción del Espíritu”[12].
Juan Pablo II afirma que las otras
religiones nos estimulan a descubrir la presencia y la acción del Espíritu.
Esto significa que las religiones no cristianas son obra del Espíritu – el
Espíritu Santo – lo que es igualar una vez más el Espíritu de verdad con el
espíritu de mentira: Satanás.
Juan
Pablo II enseñó y practicó por completo el indiferentismo religioso
Papa
Pío IX, Qui pluribus, # 15, 9 de noviembre de 1846:
“Tal es el sistema perverso y
opuesto a la luz natural de la razón que propugna la indiferencia en materia de
religión, con el cual estos inveterados enemigos de la Religión, quitando
todo discrimen entre la virtud y el vicio, entre la verdad y el error, entre la
honestidad y vileza, aseguran que en cualquier religión se puede conseguir la
salvación eterna, como si alguna vez
pudieran entrar en consorcio la justicia con la iniquidad, la luz con las tinieblas, Cristo con Belial”[13].
El indiferentismo religioso de Juan
Pablo II fue tal vez la característica más común de sus volúmenes de escritos y
discursos. Él estimaba y elogiaba constantemente a las religiones no
cristianas, negando de esta manera a la Santísima Trinidad y la necesidad en la
creencia en la única verdadera religión católica, mientras que se burla de la
muerte de los mártires.
Juan
Pablo II, Discurso en el aeropuerto en Korea, 3 de mayo de 1984: “Vuestro orgulloso y tenaz pueblo,… que ha producido estupendos frutos en
el arte, la religión y la vida humana. Vuestros antepasados abrazaron esos abrumadores mundos espirituales
como el confucionismo y el budismo,
haciéndolos, a pesar de todo, verdaderamente vuestros, intensificándolos, viviéndolos e incluso trasmitiéndolos a
otros. Wonhyo y Sosan… expresan elocuentemente esta hazaña”[14].
La palabra “hazaña” significa un
acto extraordinario. De manera que Juan Pablo II dice que las falsas religiones
del budismo y el confucionismo son frutos espléndidos de la religión, y
que fue un acto extraordinario que los coreanos trasmitieran a los demás esas
religiones de Satanás.
Papa
Gregorio XVI, Probe nostis, # 6, 18 de septiembre de 1840: “Estamos
agradecidos por el éxito de las misiones apostólicas en América, las Indias y
en otras tierras de infieles… Ellos
buscan a los que habitan en las tinieblas y en la sombra de la muerte para
convocarlos a la luz y la vida de la religión católica… A fin de arrebatarlos del dominio del demonio, por el baño de la
regeneración y llevarlos a la libertad de los hijos adoptivos de Dios”[15].
Juan Pablo II en el templo budista
En su
segundo viaje a Asia en 1984, Juan Pablo II visitó el templo budista. Antes de
llegar al templo él expresó lo ansioso que estaba con reunirse con “su santidad
el patriarca budista supremo en el templo”. Pocos días antes de ir al templo
budista, Juan Pablo II dijo también:
Juan Pablo II, 6 de mayo de 1984: “… el
mundo mira a Corea con especial interés puesto que el pueblo coreano, ha
buscado, a lo largo de la historia, en la gran visión ética y religiosa del
budismo y el confucionismo, el camino de la auto renovación. … ¿Podré dirigir un particular saludo a
los miembros de la tradición budista puesto que se preparan para celebrar la
festividad de la venida del Señor Buda? Que vuestra alegría sea
completa y vuestro gozo cumplido”[16].
Juan Pablo
II fue luego al templo de la idolatría y se inclinó ante el patriarca budista
que estaba de pie delante de la gigantesca estatua de Buda. Esto constituye un
acto de apostasía
Juan
Pablo II en el templo budista
Juan Pablo II, audiencia general, 11 de
enero de 1995:
“Me
complace en esta ocasión asegurar a quienes practican la religión
budista mi profundo respeto y sincera
estima”[17].
Papa León XIII, 8 de diciembre de 1892:
“Todos deben evitar la familiaridad o
amistad con cualquiera que sea sospechoso de pertenecer a la masonería o a
grupos afiliados. Conocedlos por sus frutos y evitadlos. Debe evitarse toda familiaridad, no sólo con aquellos impíos libertinos
que promueven abiertamente el carácter de la secta, sino también con aquellos que se esconden
bajo la máscara de la tolerancia universal, el respeto a todas las religiones…”[18].
Juan Pablo II, Homilía, 12 de abril de
1997:
“… la Iglesia, que sólo busca poder
predicar libremente… con el respeto…
por todas las religiones”[19].
Juan
Pablo II recibió la marca de los adoradores de Shiva
El 2 de
febrero de 1986, Juan Pablo II recibió en su frente el Tilac o Tika, la pasta de polvo rojo de los hindúes, el signo de
reconocimiento de los adoradores de Shiva. Esto es una total apostasía e
idolatría.
Juan Pablo II veneró al hindú Gandhi
En marzo
de 1986, Juan Pablo II viajó a Nueva Delhi, el lugar donde el hindú Mahatma
Gandhi fue incinerado. Mahatma Gandhi fue un pagano e idolatra que adoraba
dioses falsos.
Juan Pablo II se quitó los zapatos delante
del monumento de Gandhi y declaró: “Hoy, como peregrino de la paz, he venido
aquí a rendir homenaje a Mahatma Gandhi, héroe
de la humanidad”[20].
Un
idolatra y pagano era un “héroe de la humanidad” para Juan Pablo II.
Como vemos aquí, Juan Pablo II
también lanzó flores sobre la tumba de Gandhi para honrar y conmemorar a este
pagano. Santo Tomás de Aquino explica que, así como hay afirmaciones heréticas,
también hay acciones heréticas y apóstatas.
Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, Pt. I-II, q. 103, art. 4: “Son las ceremonias otras tantas profesiones de la fe, en que
consiste el culto interior; y tal es
la profesión que el hombre hace con las obras cual es la que hace con las
palabras. Y, si en una y otra profesa el hombre alguna falsedad, peca
mortalmente”[21].
Santo Tomás
incluso nos da un ejemplo:
Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, Pt. II, q. 12, art. 1,
obj. 2: “… si alguien… adorara el sepulcro de Mahoma, sería considerado como
apóstata”[22].
La
apostasía se puede manifestar por palabras y por obras. Por lo que hizo y dijo, Juan Pablo II manifestó lo que
equivale adorar la tumba de Mahoma al rendirle culto a un hindú.
La apostasía de Juan Pablo II en
Asís
El 27 de octubre de 1986, Juan Pablo
II invitó a los principales líderes de todas las falsas religiones del mundo a
acudir a Asís, Italia para una Jornada Mundial de Oración por la Paz. Juan
Pablo II oró con más de 100 líderes religiosos de diferentes falsas religiones,
repudiando de ese modo, la enseñanza de la Escritura y el magisterio de 2000
años de la Iglesia Católica que prohíbe la oración con las religiones falsas.
Toda la jornada de oración con los
paganos, infieles y herejes fue idea de Juan Pablo II. Durante esta reunión, el
Dalai Lama colocó una estatua de Buda sobre el tabernáculo en la iglesia de San
Francisco.
La
estatua de buda sobre el tabernáculo en Asís
Entre los distintos líderes de las religiones
falsas en Asís, había rabinos, muftíes musulmanes, monjes budistas, sintoístas,
un surtido de ministros protestantes, animistas, jainistas, entre otros.
Durante la reunión, un miembro de
cada religión falsa ofreció una oración por la paz; oraciones blasfemas, por
ejemplo, como la del hindú que dijo: “La
paz sea con todos los dioses” (El líder animista oró al “Gran Pulgar”).
Pero como sus dioses son demonios, como nos enseña la revelación, en el propio Vaticano, que patrocinó la
Jornada Mundial de Oración por la Paz, ¡se rezó pidiendo la paz a todos los
demonios (que crearon las falsas religiones)! La religión del Vaticano II
quiere que estemos en comunión con los demonios.
En 1928, el Papa Pío XI condenó
autoritativamente esta actividad inter-religiosa y la denunció como una
apostasía de la verdadera fe.
Papa
Pío XI, Mortalium animos, # 2, 6 de
enero de 1928: “Con tal fin suelen estos mismos organizar congresos,
reuniones y conferencias, con no escaso número de oyentes e invitar a
discutir allí promiscuamente a todos, a infieles de todo género,
cristianos y hasta a aquellos que apostataron miserablemente de Cristo o
con obstinada pertinacia niegan la divinidad de su Persona o misión. Tales
tentativas no pueden, de ninguna manera obtener la aprobación de los
católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan
que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables,
pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente
el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y
reconocemos obedientemente su imperio. Cuantos
sustentan esta opinión, no sólo yerran y se engañan, sino también rechazan la
verdadera religión, adulterando su concepto esencial, y poco a poco
vienen a parar al naturalismo y ateísmo; de donde
claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y tentativas,
se apartan totalmente de la religión revelada por Dios”.
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Papa
Pío XI, Mortalium animos, # 10:
“Siendo todo esto así, claramente se ve
que ni la Sede Apostólica puede en manera alguna tener parte en dichos
Congresos [con los acatólicos], ni de ningún modo pueden los católicos
favorecer ni cooperar a semejantes intentos…”[23].
Juan
Pablo II, Discurso del angelus, 12 de
octubre de 1986: “En pocos días iremos a Asís, representantes de la Iglesia Católica,
de otras iglesias cristianas y comunidades eclesiales, y otras grandes
religiones del mundo. … He hecho esta invitación a los ‘creyentes de todas las
religiones’”[24].
Juan
Pablo II, Redemtoris missio, # 55, 7
de diciembre de 1999: “Dios… no deja de
hacerse presente de muchas maneras, no sólo en cada individuo sino también
en los pueblos, mediante sus riquezas
espirituales, cuya expresión principal y esencial son las religiones…”[25].
Encontramos aquí, una vez más, una
clara expresión de la apostasía. Él dice que Dios se hace presente a través de
las riquezas espirituales de los
pueblos, de los cuales sus religiones
son su principal expresión. Esto significa que Dios se hace presente a los
pueblos mediante las religiones no cristianas, lo que significa que las
religiones no cristianas son verdaderas e inspiradas por Dios.
Papa
Pío VIII, 24 de mayo de 1829: “Contra estos experimentados sofistas, al pueblo se le debe enseñar que la profesión
de la fe católica es la única verdad, como clama el apóstol: ‘un Señor, una
fe, un bautismo’”[26].
Juan
Pablo II, discurso, 22 de mayo de 2002: “Alabados seáis, seguidores del islam,…
Alabado seáis, pueblo judío… Alabado seáis especialmente, Iglesia ortodoxa…”[27].
Papa
Gregorio XVI, Mirari vos, # 13, 15 de
agosto de 1832: “Si dice el Apóstol que hay un solo Dios, una sola fe, un solo
bautismo (Ef. 4, 5), entiendan, por lo tanto, los que piensan que por todas
partes se va al puerto de salvación, que, según la sentencia del Salvador, están
ellos contra Cristo, pues no están con Cristo (Luc. 11, 23) y que los que no
recolectan con Cristo, esparcen miserablemente, por lo cual es indudable que perecerán eternamente los que no tengan fe
católica y no la guardan íntegra y sin mancha”[28].
Juan
Pablo II, Redemptoris missio, # 10, 7
de diciembre de 1990: “La universalidad de la salvación no significa que se
conceda solamente a los que, de modo explícito, creen en Cristo y han entrado
en la Iglesia”[29].
Papa
Eugenio IV, Concilio de Florencia, credo dogmático Atanasiano, 1439: “Todo el
que quiera salvarse, ante todo
es menester que mantenga la fe católica; y el que no la guardare íntegra e
inviolada, sin duda perecerá para siempre. … Pero es necesario para la eterna salvación creer también fielmente en
la encarnación de nuestro Señor Jesucristo…”[30].
Las
otras reuniones ecuménicas de Juan Pablo II
Juan Pablo II continuó, después del
evento de Asís, con su desenfrenado programa de apostasía, totalmente condenado
por la enseñanza de la Iglesia Católica. Juan Pablo II patrocinó encuentros de
oración paganos en Kioto (1987), Roma (1988), Bari (1990), y Malta (1991), así
como numerosas reuniones después de 1991.
Juan Pablo II siendo “bendecido” en
un ritual pagano por un chamán indio en 1987[31]
Hubo una escandalosa reunión de
oración pagana en 1999, que se denominó oficialmente “El encuentro
pan-cristiano”, en la que una gran concurrencia de religiones falsas fueron al
Vaticano a petición de Juan Pablo II (más sobre esto en un momento).
Juan
Pablo II oró con los animistas africanos
El 8 de
agosto de 1985, Juan Pablo II oró con animistas africanos (brujos). Juan Pablo
II recordó la reunión:
“Particularmente
notable fue la reunión de oración en el santuario de Nuestra Señora de la
Misericordia en el lago Togo, donde,
por primera vez, yo también recé junto a
un grupo de animistas”[32].
Se dice
que en Togo él prestó homenaje a las serpientes sagradas.
En Cotonú,
África, el 4 de febrero de 1993, niñas cantoras invitaron a Juan Pablo II a una
“inducción de trance” de danza vudú.
Juan
Pablo II también participó en numerosos eventos tanto en Roma como en el
extranjero, donde se incluían rituales paganos.
Estos rituales, que tienen su origen de culturas que son totalmente demoniacas
y satánicas en todos los aspectos de sus prácticas religiosas, a pesar de todo,
fueron incluidas en muchas celebraciones litúrgicas de Juan Pablo II.
Arriba, “misa” de Juan Pablo II en
ciudad de México en 2002, que incorporó las costumbres de la cultura demoniaca
azteca. Indios bailaron delante del altar vistiendo atuendos y corazas dejando
descubierto media parte de su cintura. A medida que ellos realizaban sus
bailes, se escuchaban silbidos de serpiente de cascabel y el batir de tambores.
En realidad, fue el propio Juan Pablo II quien recibió una purificación pagana
que realizó una mujer.
El
encuentro “pan-cristiano”: la reunión de oración apóstata de Juan Pablo II en
1999
En la foto superior aparece Juan
Pablo II rodeado por un surtido grupo de paganos e idólatras, algunos a medio
vestir, el 7 de noviembre de 1992 (otra de sus incontables reuniones apóstatas
de oración interreligiosas). Nótese el encapuchado pagano justo detrás de Juan
Pablo II a su derecha. Juan Pablo II fue por ellos elogiado por su estima por
sus falsas religiones del demonio. Esto no es otra cosa que ocultismo.
Esta reunión se denominó “Encuentro
Pan Cristiano”. Esto es interesante si se considera que, en su encíclica Mortalium animos, el Papa Pío XI
describe como “pan-cristianos” a los
herejes que promueven el indiferentismo religioso[33].
Algunas de las cosas que incluyó la reunión pan-religiosa de Juan Pablo II en
1999: un indio americano pivotante en el centro de la Plaza de San Pedro al
atardecer “bendiciendo los cuatro cantos de la tierra”, y musulmanes que
extendían alfombras en el Vaticano para rezar de rodillas en dirección a la
Meca[34].
Papa
León X, Quinto Concilio de Letrán, sesión 9, 5 de mayo de 1514:
“La
hechicería, por medio de encantamientos, adivinaciones, supersticiones y la
invocación de demonios, están prohibidas por la leyes civiles y las sanciones
de los cánones sagrados”[35].
La
reunión de oración con las falsas religiones de Juan Pablo II: otra reunión
apóstata de oración en 2002
Más recientemente hubo un espectáculo
en Asís. El 24 de enero de 2002, Juan Pablo II celebró otra reunión de oración
pagana en la ciudad de Asís, Italia, una repetición del evento abominable que
tuvo lugar en 1986. Sin embargo, esta reunión de Asís, fue aún peor.
Durante la segunda reunión de
oración de Asís, se autorizó a los representantes de todas las falsas
religiones que participaron, subieran al púlpito y dieran un sermón sobre la
paz mundial. En la presencia de Juan Pablo II, un sumo sacerdote vudú subió
al pulpito superior de la Basílica de San Francisco y dio la prescripción vudú
para la paz mundial (recuérdese que los vudús son brujos). Por lo tanto,
según las disposiciones de Juan Pablo II, desde el púlpito superior de la
histórica Basílica de San Francisco, ¡se le permitió a un brujo dar un sermón y
ofrecer una receta para la paz mundial! Esto implicaría cortar las gargantas de
las cabras, gallinas y palomas y drenar la sangre de sus arterias.
La mujer hindú dijo a toda la
multitud reunida que todos eran Dios y en presencia de Juan Pablo II. Después
que el judío, el budista, el musulmán, el brujo y el resto terminaran su
predicación, los distintos líderes religiosos se dirigieron a diferentes
salones para rezar a sus dioses falsos.
Juan Pablo II había dispuesto de
antemano que se le designara a cada religión falsa una sala separada en la cual
adorasen al diablo.
Todos los crucifijos fueron
retirados, y los que no pudieron ser retirados fueron cubiertos. Juan Pablo II
se aseguró que los infieles, brujos y paganos no vieran ningún signo de
Jesucristo.
Los musulmanes necesitaban una sala
que estuviera orientada hacia el este, hacia la Meca, y se les concedió una.
Los zoroastrianos necesitaban una habitación con una ventana, de manera que el
humo de las ramas que ellos quemaban al diablo pudiera salir por ella, y se les
concedió una. Los judíos querían una sala que nunca antes hubiera sido
bendecida, es decir, una habitación que nunca haya sido bendecida en el nombre
de Jesucristo, y Juan Pablo II les proporcionó una. No es posible imaginar una
mayor abominación, blasfemia y rechazo al verdadero Dios.
Concilio
de Elvira, 305 d.C.: “Se decreta que los
adultos que después de recibir el bautismo hayan entrado en templos paganos
para adorar a los ídolos, lo que es un crimen mortal y el sumo de la maldad,
no podrán ser admitidos a la comunión, incluso en la muerte”[36].
Vemos que en este concilio regional
en la Iglesia primitiva se consideraba el sumo de la maldad que se entrara a un
templo pagano a adorar a los ídolos (lo que Juan Pablo II hizo en Tailandia).
Ello representaba una tal apostasía de la fe que, aquellos que se arrepentían
de haber ido, sólo eran admitidos a la confesión (no a la comunión). Si entrar
en un templo pagano era considerado una tan grave apostasía, ¿qué habrían dicho acerca de un supuesto
líder de la Iglesia que convierte las mismas Iglesias católicas en templos
paganos para que los paganos puedan adorar en ellas a sus falsos dioses?
Sin duda considerarían aquello el sumo de la apostasía.
Papa Pío XI, Ad salutem, #27, 20 de abril de
1930: “…toda compulsión y locura, todo ultraje y lujuria, son introducidos
en la vida del hombre por los demonios a través de la adoración de dioses
falsos”[37].
La
apostasía de Juan Pablo II con los musulmanes
El 14 de
mayo de 1999, Juan Pablo II reverenció y besó el Corán. El Corán es el libro
sagrado de los musulmanes que blasfema contra la Santísima Trinidad y niega la
divinidad de Jesucristo. El reverenciar el libro sagrado de una falsa religión
siempre ha sido considerado un acto de apostasía: un rechazo total de la
verdadera religión. Este solo acto hace de Juan Pablo II un apóstata; porque
ello equivale a adorar la tumba de Mahoma, y a lo que Santo Tomás considera ser
un apóstata.
Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, Pt. II, q. 12, art. 1,
obj. 2: “… si alguien… adorara el sepulcro de Mahoma, sería considerado como
apóstata”.
Durante su
visita a Alemania el 17 de noviembre de 1980, Juan Pablo II alentó a los
musulmanes a “vivir su fe también en un
país extranjero…”[38].
En febrero
de 2000, Juan Pablo II se reunió con el “gran jeque” de la república islámica
Mohammed. Juan Pablo II cometió otro acto de apostasía en su discurso a los
musulmanes.
Juan Pablo II, mensaje al “gran jeque
Mohammed”, 24 de febrero de 2000: “El islam es una religión. El cristianismo es
una religión. El islam se ha convertido en una cultura. El cristianismo también
se ha convertido en una cultura… Doy gracias a vuestra universidad, el mayor
centro de cultura islámica. Agradezco
a quienes están desarrollando la cultura islámica…”[39].
Juan Pablo
II agradeció a quienes desarrollan la cultura islámica. Él agradece a los
infieles por desarrollar una cultura que niega a Jesucristo, la Trinidad y la
fe católica a nivel masivo, y que mantiene a cientos de millones en las
tinieblas del diablo. De todas las cosas malas que uno puede pensar en el
mundo, la cultura islámica probablemente se ubica entre las cinco primeras de
las más malas.
Papa Calixto III: “Yo prometo… exaltar la fe verdadera, y exterminar
con la secta diabólica de los reprobados e infieles de Mahoma [islam] en
el Oriente”[40].
En la Edad
Media hubo una constante batalla espiritual y física entre los cristianos de
occidente y las hordas islámicas. Esta declaración de Juan Pablo II constituye
un rechazo de Jesucristo y una apostasía formal. Ningún católico jamás haría
una declaración como esa.
¡Juan Pablo II le pidió a San Juan
Bautista que protegiera al islam!
El 21 de
marzo de 2000, Juan Pablo II le pidió a San Juan Bautista que protegiera el
islam (la religión de los musulmanes), que niega a Cristo y a la Trinidad, y
mantiene a ciento de millones de almas en las tinieblas del diablo.
Juan Pablo II, 21 de marzo de 2000:
“Que
San Juan Bautista proteja el islam y al pueblo de Jordania…”[41].
Esto es
pedirle a San Juan Bautista que proteja la negación de Jesucristo y la
condenación de las almas.
El 12 de
abril de 2000, Juan Pablo II se reunió con el rey de Marruecos, un descendiente
del falso profeta del islam, Mahoma. Juan Pablo II le preguntó “¿Usted es un
descendiente del profeta, no es así?”[42].
La apostasía de Juan Pablo II en la
mezquita
El 6 de
mayo de 2001, culminó su apostasía acumulada del año con los musulmanes al
viajar y asistir a la “Gran Mezquita Omeya” de Damasco. En la mezquita Juan
Pablo II se quitó los zapatos como gesto de reverencia en el templo de la
infidelidad.
En la foto superior izquierda, vemos
a Juan Pablo II entrando en la “Gran Mezquita Omeya” de Damasco, el 6 de mayo
de 2001. En la otra foto lo vemos en la mezquita con el infiel gran jeque
Sheikh Ahmad Kfutaro. En la mezquita Juan Pablo II se sentó en una silla
idéntica a la del gran jeque infiel. Esta es la declaración que ese día hizo
Juan Pablo II a los musulmanes:
Juan
Pablo II, Discurso a los musulmanes de la mezquita, 6 de mayo de 2001: “Es en
las mezquitas e iglesias que las comunidades musulmana y cristiana forman su
identidad religiosa,… ¿Qué sentido de identidad se les inculca en los jóvenes
cristianos y musulmanes en nuestras iglesias y mezquitas? Es mi ardiente esperanza que los líderes religiosos y maestros
musulmanes y cristianos presentarán nuestras dos grandes comunidades en un
respetuoso diálogo, nunca más como comunidades en conflicto”[43].
Es muy interesante notar que el
califato “Omeya” (una línea de gobernantes musulmanes), a cuya mezquita asistió
Juan Pablo II, fue una línea de gobernantes que estuvo enormemente involucrada
en la guerra de 700 años contra la España católica.
“Abderrahmán,
fue el último sobreviviente de los
Omeyas que había sido gobernante de la España musulmana, cerca de la época en
que Fruela se convirtió en gobernante de la España cristiana. Por 759 años, los
dos reyes se enfrentaron en Galicia”[44].
El hecho de que la mezquita a la que
él asistió llevase el nombre de un grupo que es tan representativo de la lucha
contra el cristianismo sólo añade un insulto más a su apostasía. La sangre de
todos los fieles católicos que murieron luchando contra los Omeyas por la
supervivencia de la España cristiana clama contra él.
Apocalipsis
17, 6: “Vi a la mujer embriagada con la
sangre de los mártires de Jesús, y viéndola me maravillé sobremanera”.
Juan
Pablo II enseña que los musulmanes y católicos tienen el mismo Dios
En uno capítulo anterior cubrimos la
enseñanza herética del Vaticano II que dice que los católicos y musulmanes
adoran al único Dios verdadero. Juan Pablo II repitió esta herejía del Vaticano
II en innumerables ocasiones.
Juan
Pablo II, encíclica Sollicitudo rei
socialis, # 47, 30 de diciembre de 1987:
“… y a quienes, como nosotros, creen en Dios
justo y misericordioso, es decir, los musulmanes…”[45].
Juan
Pablo II, Homilía, 13 de octubre de 1989:
“…
los seguidores del islam que creen en el mismo Dios bueno y justo”[46].
Juan
Pablo II, Homilía, 28 de enero de 1990:
“…
nuestros hermanos y hermanas musulmanes… que adoran como nosotros al Dios único y misericordioso”[47].
Juan
Pablo II, Audiencia general, 16 de mayo de 2001:
“…
los creyentes del islam, a quienes
estamos unidos por la adoración del único Dios”[48].
Juan
Pablo II, Audiencia general, 5 de mayo 1999:
“Hoy
me gustaría repetir lo que dije a los jóvenes musulmanes algunos años atrás en
Casablanca: ‘Creemos en el mismo Dios…’”[49].
Esto es una blasfemia y apostasía.
Los musulmanes rechazan la Santísima Trinidad. Ellos no adoran al único Dios
verdadero. Al afirmar que los católicos y musulmanes creen en el mismo Dios una
y otra vez, Juan Pablo II niega la Santísima Trinidad sucesivamente. Por otra
parte, llama la atención la especificidad con la que Juan Pablo II (al igual
que el Vaticano) negó a Jesucristo en muchas de estas citas, por ejemplo:
Juan
Pablo II, Nuevo Catecismo, párrafo
841: “… los musulmanes, que profesan tener la fe de Abraham y adoran con
nosotros al Dios único y misericordioso que
juzgará a los hombres al fin del mundo”[50].
Aquí nos encontramos con el
catecismo de Juan Pablo II enseñando que el dios de los musulmanes (que no es
Jesucristo) juzgará a los hombres al fin del mundo. Esto significa que
Jesucristo no juzgará a la humanidad en el último día, sino que lo hará el dios
de los musulmanes. Esta es una negación de la segunda venida de Jesucristo para
juzgar a los vivos y los muertos.
Papa
San Dámaso, Concilio de Roma, 382, can. 15: “Si alguno no dijere que Él [Cristo]… ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos, es hereje”[51].
La
apostasía de Juan Pablo II con los judíos
El 13 de abril de 1986, Juan Pablo
II visitó la sinagoga judía de Roma.
Juan
Pablo II llegando a la sinagoga de Roma el 13 de abril de 1986
Aquí vemos
a Juan Pablo II llegando a la sinagoga de Roma en 1986 donde participó en un
servicio de culto judío. Al tomar parte en un servicio judío, Juan Pablo II
cometió un acto público de apostasía, y mostró una vez más que él es un hereje
manifiesto y un apóstata. Nótese que Juan Pablo II y el rabino se saludaron
como si fueran muy buenos amigos por mucho tiempo. Durante su estancia en la
sinagoga, Juan Pablo II inclinó su cabeza como rezan los judíos pidiendo la
venida de su Mesías.
Juan
Pablo II en la sinagoga con los judíos
Este
increíble acto de apostasía de Juan Pablo II estaba directamente relacionado
con su enseñanza herética de que la Antigua Alianza está todavía vigente. La
Iglesia Católica enseña que con la venida de nuestro Señor Jesucristo y la
promulgación del Evangelio, cesó la Antigua Alianza (esto es, el acuerdo hecho
entre Dios y los judíos por la mediación de Moisés), y fue reemplazada por la
Nueva Alianza de nuestro Señor Jesucristo. Es cierto que en algunos aspectos la
Antigua Alianza siguen siendo válidos, puesto que están incluidas en el Nuevo y
Eterno Testamento de Jesucristo, como los diez mandamientos; pero la Antigua
Alianza en sí (el acuerdo entre Dios y el pueblo judío) cesó con la venida del
Mesías. Por lo tanto, decir que la Antigua Alianza sigue siendo válida es
afirmar que el judaísmo es una religión verdadera y que Jesucristo en realidad
no es el Mesías. Ello también es una negación del dogma católico definido, como
se enseña en el Concilio de Florencia, que definió ex cathedra que la Antigua Ley ahora está muerta y que aquellos que
la practican (es decir, los judíos) no se pueden salvar.
Papa Eugenio IV, Concilio de Florencia, 1441, ex cathedra: “La
Santa Iglesia Romana firmemente cree, profesa y enseña que las legalidades
del Antiguo Testamento, o sea, de la Ley de Moisés, que se dividen en
ceremonias, objetos sagrados, sacrificios y sacramentos… cesaron
una vez venido nuestro Señor Jesucristo… y empezaron los sacramentos del Nuevo
Testamento… Denuncia consiguientemente como ajenos a la fe de Cristo a todos
los que, después de aquel tiempo (la promulgación del Evangelio), observan la
circuncisión y el sábado y guardan las demás prescripciones legales y que en
modo alguno pueden ser partícipes de la salvación eterna…”[52].
El Papa
Benedicto XIV reiteró este dogma en su encíclica Ex quo primum.
Papa Benedicto XIV, Ex quo primum, # 61:
“La
primera consideración es que las ceremonias de la ley mosaica fueron
derogadas por la venida de Cristo y que ya no pueden ser observadas sin
pecado después de la promulgación del Evangelio”[53].
Papa Pío XII, Mystici Corporis Christi, #
29-30, 29 de junio de 1943: “Y, en primer lugar, con la muerte del Redentor, a la Ley Antigua abolida sucedió el
Nuevo Testamento…) en el patíbulo de su muerte Jesús abolió la Ley con sus decretos [Ef. 2, 15]… y constituyó
el Nuevo [Testamento] en su sangre, derramada por todo el género humano. Pues, como dice San León Magno, hablando de
la Cruz del Señor, ‘de tal manera en aquel momento se realizó un
paso tan evidente de la Ley al Evangelio, de la Sinagoga a la Iglesia, de los muchos sacrificios a una sola
hostia, que, al exhalar su espíritu el Señor, se rasgó inmediatamente de arriba abajo aquel velo místico que cubría
a las miradas el secreto sagrado del templo’. En la Cruz, pues, murió la Ley
Vieja, que en breve había de ser enterrada y resultaría mortífera…”[54].
Juan Pablo
II repudió este dogma en repetidas ocasiones, un dogma enseñado por la Iglesia
Católica por 2000 años, definido infaliblemente por el Concilio de Florencia, y
claramente afirmado por lo Papas Benedicto XIV y Pío XII.
En un
discurso ante los judíos en Mainz, Alemania Occidental, el 17 de noviembre de
1980, Juan Pablo II dijo que “la
Antigua Alianza nunca fue revocada por Dios…”[55].
Papa Benedicto XIV, Ex quo primum, # 59, 1 de marzo de 1756:
“Sin embargo, ellos no intentan observar los preceptos de la Antigua Alianza,
los cuales, como todo el mundo sabe, fueron revocados con la venida de
Cristo”[56].
Aquí vemos
que el Papa Benedicto XIV condena la herejía enseñada por Juan Pablo II, ¡que
la Antigua Alianza ha sido revocada por Dios! Juan Pablo II repitió la misma
audaz herejía en un discurso en 1997:
Juan Pablo II, Reunión sobre las raíces del antisemitismo, 1997:
“Este pueblo [los judíos],
ha sido llamado y guiado por Dios, creador del cielo y de la tierra. Su
existencia no es apenas un acontecimiento natural o cultural,… Es un
acontecimiento sobrenatural. A pesar de
todo, este pueblo continúa siendo el pueblo de la alianza…”[57].
Es
importante tener en cuenta que el “arzobispo” de Estrasburgo, Francia, de la
secta del Vaticano II, Joseph Dore, recordó con júbilo la mencionada herejía que
Juan Pablo II pronunció sobre la Antigua Alianza en un discurso en Mainz,
Alemania y en otros lugares. Nótese que el “arzobispo” Dore, admite que el
Vaticano II cambió la enseñanza tradicional de la Iglesia sobre la cesación de
la Antigua Alianza.
“Arzobispo”
Joseph Dore de Estrasburgo, Francia, discurso a la B'nai B'rith (masones
judíos), agosto de 2003: “Cualquiera que sea la descripción [de los judíos en
el arte católico tradicional]… el
mensaje teológico es el mismo, la elección de Dios ha pasado ahora al pueblo
cristiano; y la Iglesia, la verdadera Israel, puede triunfar; ella que confiesa
la verdad salvadora que Cristo ha traído”.
“En
el Concilio Vaticano II, la Iglesia Católica finalmente revisó esta enseñanza
y entendió en qué medida ella contradice la Biblia misma… En 1973, el
episcopado Francés, particularmente bajo la influencia del [fallecido]
obispo de Estrasburgo Mons. Elchinger, publicó un documento acerca de la
incomparable fuerza moral de las relaciones judeo-cristianas, mientras que el Papa Juan Pablo II recordó en
numerosas ocasiones la permanencia de la Primera Alianza [la Antigua
Alianza], ‘que nunca fue revocada’ por
Dios [Juan Pablo II, Mainz, Alemania, 1980]. Hoy en día, deseamos trabajar
juntos con nuestros hermanos mayores hacia la reconciliación y el diálogo
fraterno. Sin embargo, debemos tener la
humildad de reconocer que la doctrina del desprecio y la ‘teología de la
sustitución’ ―que hace que la Iglesia sea la nueva y la única Israel de
Dios― todavía penetra la mente de muchos”[58].
De hecho, Juan Pablo II enseña la
misma herejía sobre la Antigua Alianza en su nuevo catecismo, oponiéndose
directamente una vez más al dogma católico.
Juan Pablo II, Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica, párrafo 121: “… porque la Antigua Alianza no ha sido
revocada”[59].
El increíble mensaje de Juan Pablo II en
conmemoración de la sinagoga judía
Juan Pablo II, Mensaje al Gran Rabino de Roma, 23 de
mayo de 2004: “Distinguidísimo Dr. Riccardo Di Segni, Gran Rabino de Roma.
¡Shalom! Con profunda alegría me uno a
la comunidad judía de Roma que celebra el centenario de la Gran Sinagoga de
Roma, un símbolo y un recordatorio de la presencia milenaria en esta
ciudad del pueblo de la Alianza del Sinaí. Por más de 2000 años vuestra comunidad ha sido una parte
integral en la vida de la ciudad; ella puede
gloriarse de ser la más antigua comunidad judía de Europa occidental y de
haber desempañado un rol importante en la difusión del judaísmo en todo el
continente.
|
La conmemoración de hoy, por lo tanto, adquiere un
significado especial… Puesto que no estoy en condiciones de asistir en
persona, le he pedido a mi vicario general Camillo Ruini que me represente;
él está acompañado del cardenal Walter Kasper, presidente de la Comisión de
la Santa Sede para las Relaciones con los Judíos. Ellos expresan formalmente mi deseo de estar con vosotros en este
día.
”Al ofreceros mi respetuoso
saludo, distinguido Dr. Riccardo Di Segni, extiendo mi cordial saludo a todos
los miembros de la comunidad, a vuestro presidente, el Sr. Leone Elio
Paserman, y a todos los que están reunidos para presenciar una vez más la importancia y el vigor del
patrimonio religioso que se celebra cada sábado en la Gran Sinagoga de Roma.
”La
celebración de hoy, en cuya alegría todos nos unimos, recuerda el
primer centenario de esta majestuosa Sinagoga.
Ella se encuentra en la ribera del Tíber, testimoniando con la armonía de sus
líneas arquitectónicas la fe y la alabanza al Todopoderoso. La comunidad cristiana de Roma junto
al sucesor de San Pedro, se une a vosotros en agradecimiento al Señor por
esta feliz ocasión [¡el 100° aniversario de la sinagoga!]. Como dije
durante mi primera visita, os
saludamos como nuestros ‘queridos hermanos’ en la fe de Abraham, nuestro
patriarca… vosotros continuáis
siendo el pueblo primogénito de la Alianza (Liturgia del Viernes Santo, intenciones generales por el pueblo judío)…
”[Estas amistosas relaciones] nos vieron unidos en la conmemoración de
las víctimas de la Shoa [los judíos fallecidos que no aceptaron a Cristo],
especialmente aquellos que fueron arrancados de sus familias y de vuestra
amada comunidad judía en Roma en octubre de 1943 e internados en
Auschwitz. Que su memoria sea bendita
y nos induzca a trabajar como hermanos y hermanas…”
”… la Iglesia no ha dudado en expresar su profundo pesar por las
‘fallas de sus hijos e hijas en todas las épocas’ y, en un acto de
arrepentimiento, ha pedido perdón por
su responsabilidad por haber estado conectados de alguna manera con el
flagelo del anti-judaísmo y del antisemitismo…
”En el día de hoy,… dirigimos una
ferviente plegaria al Eterno, al Dios de Shalom, para que la enemistad y el
odio nunca más subyuguen a aquellos que acuden a nuestro padre Abraham: judíos, cristianos y musulmanes…
”Nuestra reunión de hoy es, por
así decirlo, en preparación para vuestra inminente solemnidad de Shavout y de
nuestro Pentecostés que proclaman la plenitud de nuestras respectivas
celebraciones pascuales. Que estas fiestas nos vean unidos en la oración del Hallel pascual de David” (L’Osservatore Romano, 2 de junio de
2004, p. 7).
|
He aquí un breve resumen del mensaje
de conmemoración de la Sinagoga de Juan Pablo II:
1) Él se une a la comunidad judía
para conmemorar el 100 aniversario de la sinagoga: apostasía.
2) Él dice que esta comunidad judía
puede gloriarse de ser la más antigua sinagoga de Europa occidental y de haber
difundido el judaísmo: apostasía total.
3) Él expresa formalmente su deseo
de haber podido estar con ellos en la conmemoración de la sinagoga: apostasía.
4) Él alaba la importancia y el vigor
de la religión que se celebra cada sábado en Roma: apostasía. La palabra
“vigor” significa “fuerza o energía
física activa, condición física floreciente, vitalidad; fuerza mental o moral,
fuerza o energía”. Por lo tanto, él les está diciendo nuevamente que su
Alianza con Dios es válida, vigorosa, floreciente.
5) En nombre de toda la comunidad
cristiana de Roma, como supuesto “sucesor de San Pedro”, ¡él agradece
formalmente al Señor por los 100 años de la sinagoga!: ¡apostasía!
6) Él saluda a los judíos como
queridos hermanos en la fe de Abraham, lo que es otra negación total de Cristo,
ya que enseña la Escritura que sólo aquellos que son de Cristo tienen la
fe de Abraham.
Gálatas
3, 14: “Para que la bendición de Abraham
se extendiese sobre las gentes en Jesucristo y por la fe recibamos la promesa del Espíritu”.
Gálatas
3, 29: “Y si sois de Cristo,
luego sois descendientes de Abraham, herederos según la promesa”.
Papa
San Gregorio Magno (590): “… si sois
de Cristo entonces sois de la simiente de Abraham (Gál. 3, 29). Si debido a nuestra fe en Cristo son
considerados hijos de Abraham, los judíos, por lo tanto, por su perfidia han
dejado de ser su descendencia”[60].
Papa
San León Magno, carta dogmática a Flaviano, (449), leída en el Concilio de
Calcedonia (451), ex cathedra: “La
promesa fue dirigida a Abraham y su descendencia. Él no dice ‘a su
descendencia’ ―como refiriéndose a la multiplicidad― sino a una sola, ‘y tu descendencia’, que es Cristo (Gal.,
3, 16)”[61].
7) Él afirma que los judíos
“continúan siendo el pueblo primogénito de la Alianza” citando la oración del
Viernes Santo de la Nueva Misa, que dice que los judíos “continúan en fidelidad
a la Alianza de Dios”. Juan Pablo II, está enseñando descaradamente, una vez
más, que la Alianza de los judíos con Dios sigue siendo válida: apostasía.
8) Él conmemora a aquellos que
murieron como judíos y dice que su memoria sea bendita: herejía.
9) En nombre de “la Iglesia”, él se
arrepiente de todo anti-judaísmo: apostasía. Esto incluiría el dogma
anti-judío de la Iglesia de que los judíos que mueren sin convertirse al
catolicismo van al infierno, y por lo
tanto necesitan convertirse para salvarse. Él se burla de nuestro Señor y
de la Iglesia.
Este discurso se alinea a las
principales blasfemias y herejías de Juan Pablo II. Juan Pablo II estaba
totalmente a favor de la negación de Cristo; él enseñó claramente que la
Antigua Alianza sigue siendo válida; él negó totalmente a Jesucristo y la fe
católica; él manifestó su apostasía en frente de todo el mundo. Aquellos que
sostienen que este apóstata y hereje manifiesto fue un católico, estando
conscientes de estos hechos, y rechazan denunciarlo como un hereje, son en
realidad enemigos de Dios.
1
Juan 2, 22: “¿Quién es el embustero sino el que niega que Jesús es el Cristo?
Ese es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo”.
El mejor amigo de Juan Pablo II,
Jerzy Kluger, era un judío.
Juan Pablo II abrazando a su mejor
amigo judío Jerzy Kluger.
Por supuesto, Juan Pablo II nunca
trató de convertir a Kluger. Kluger afirmó explícitamente que Juan Pablo II
nunca le dio a él la más mínima indicación de que quería convertirlo. Por el
contrario, Kluger acredita su relación de toda la vida con Juan Pablo II
haciéndolo “sentir más judío”. En su juventud, Juan Pablo II jugó de arquero de
fútbol en un equipo judío con Kluger; ellos jugaban contra los católicos. En
una carta a Kluger, el 30 de marzo de 1989, en referencia a la destrucción de
una sinagoga durante la Segunda Guerra Mundial, Juan Pablo II escribió lo
siguiente:
“Yo
también… venero este lugar de culto [la sinagoga], que los invasores
destruyeron”[62].
Esto es apostasía descarada. Al
venerar la sinagoga, Juan Pablo II está venerando la negación de los judíos de Jesucristo
como Mesías.
Pero Jerzy Kluger no fue el único
judío que se sintió más judío por Juan Pablo II. También lo es el maestro
judío, Gilbert Levine.
El maestro judío Gilbert Levine con
Juan Pablo II [63]
Levine señaló que, en sus muchos
años de relación, Juan Pablo II nunca le dio la más mínima indicación de que
quería convertirlo. Levine también señaló públicamente que, después de conocer
a Juan Pablo II, él volvió a la práctica del judaísmo.
Juan Pablo II le pidió a Levine que
dirigiera un concierto en el Vaticano para conmemorar el holocausto. Levine
accedió, y con la asistencia del antipapa Juan Pablo II se realizó el concierto
en el Vaticano. Todos los crucifijos fueron cubiertos.
Juan Pablo II sentado junto al
rabino judío para el concierto del Holocausto (un servicio de oración judío) en
el Vaticano
El concierto comenzó con “Kol
Nidre”, la oración cantada en el día más sagrado del calendario judío. Algunos
de los muchos judíos que asistieron encendieron velas durante la ceremonia,
convirtiéndose rápidamente en un servicio religioso judío en el Vaticano.
Después del concierto Levine comentó:
“Fue como si estuviera en un
servicio litúrgico judío en el Vaticano. Fue una noche de oración… de oración judía”[64].
Después del concierto, Juan Pablo II
pidió que Levine recibiera el título de caballero del Vaticano. Levine se
convirtió en caballero comandante de la Orden Ecuestre de San Gregorio Magno.
Juan Pablo II escogió al “cardenal” Lustiger de París para otorgarle el honor.
El mismo Lustiger, que se crió judío, declaró en una entrevista en 1981: “Yo soy un judío. Para mí las dos religiones
son una”[65].
El honor que Juan Pablo II le otorgó a Levine es uno de los más altos que un
laico puede recibir.
Gilbert
Levine reveló el alcance total de la apostasía de Juan Pablo II en una
entrevista en el programa Larry King Live, el 4 de abril de 2005.
Durante
una entrevista en el programa de CNN Larry
King Live, el 4 de abril de 2004, Gilbert Levine reveló que Juan Pablo
II:
-
Le
envió una carta a cada uno de sus hijos para felicitarlos por su bar
mitzvah;
-
Que
el mismo Juan Pablo II le dio una menora judía a su familia;
|
-
Que
Juan Pablo II le envió a Levine, por medio del “cardenal” Kasper una
“asombrosa” carta por ocasión del bar mitzvah, en que les decía debían estar
orgullosos de su herencia judía y vivirla plenamente, y que la carta
era tan judía que el rabino dijo que era de un rabino, cuando en realidad
venía de Kasper a petición de Juan Pablo II.
|
Esto demuestra que Juan Pablo II
alentó oficialmente la práctica del judaísmo; que él alentó oficialmente la
negación de Jesucristo; que él oficialmente ayudó a las personas a practicar la
Antigua Alianza; y que él celebraba la observancia de la religión judía con
ellos. A la luz de estos hechos, quien niegue que Juan Pablo II haya sido un
apóstata no-católico simplemente niega a Jesucristo, es evidente. He aquí un
extracto de la entrevista en vivo en el programa Larry King Live de la CNN:
“KING:
¿Cuánto entendía él de música?
”LEVINE:
Maravillosamente. Tanto es así que yo,
como director de orquesta judío, sugerí para el concierto de 1994 que yo
dirigiera una obra de Malher. Y él dijo: ‘¿No se convirtió Malher al
catolicismo para lograr ser el director de música de la Filarmónica de Viena?’
Como músico yo no pensé en ello. No lo pensé. No es que yo no lo supiera, no lo
pensé. Ese era el tipo de sensibilidad que él tenía hacia los asuntos judíos. Y
él quiso que se ampliara. Y lo que ocurría era que él se sentía como si la
música fuera un vehículo para el diálogo interreligioso.
”KING:
¿El Papa los felicitó por el bar mitzvah
de sus hijos?
”LEVINE:
No solo nos felicitó, él nos envió una
menorah.
”KING:
¿Él le envió una menorah?
”LEVINE:
En realidad él nos la dio. Creo que
es de Praga del siglo XVI. Es la más hermosa menorah. Él nos envió una carta por ocasión del bar mitzvah de cada uno de
mis hijos. Él también nos envió por medio del cardenal encargado de las
relaciones católicos/judíos, una carta que fue leída en mi sinagoga ortodoxa
por ocasión del reciente bar mitzvah de mi hijo. Y el rabino la leyó como si
viniera de un rabino. Al final, él dijo: ‘Es del rabino Joel Schwartz. Dijo él,
pero no era del rabino Joel Schwartz. Era del cardenal Kasper. Fue asombroso.
Era una carta que decía, ‘debéis estar orgulloso de vuestra herencia judía y
vivirla en plenitud’.
”KING:
¿Dónde ha estado usted? ¿Por qué lo hemos recién encontrado? ¿Usted dirige en
todo el mundo?
”LEVINE:
Sí. Yo dirijo en todo el mundo y he dirigido para él en el Vaticano varias
veces. También dirigí para él en el Día Mundial de la Juventud en Denver. Yo,
¿dirigiendo para la juventud católica? Y en aquella ocasión, él se acercó a mí
y me interrumpió toda la interpretación, puso su brazo sobre mí y me dijo, ¿lo
interrumpo maestro? Y él de hecho detuvo todo el espectáculo.
”KING:
¿Va a ir al funeral?
”LEVINE:
Por supuesto. Parto mañana en la mañana. Estaré en el funeral. No podría no
estar”[66].
– Fin del extracto a la entrevista.
Nótese que Gilbert Levine quería
interpretar la música de un ex judío, Malher, para el concierto, ¡pero Juan
Pablo II lo desalentó al señalar que Malher fue un judío que se convirtió al
catolicismo!
Juan
Pablo II rezando en el Muro de los Lamentos
El 26 de marzo de 2000, Juan Pablo
II rezó en el muro occidental en Jerusalén, llamada Muro de los Lamentos. La
muralla occidental es lo que quedó de la muralla de piedra del Templo judío en
Jerusalén, que fue destruido por los romanos el año 70 d.C. Los judíos rezan en
el Muro de los Lamentos como siendo el sitio más sagrado del judaísmo.
Juan Pablo II rezando en el Muro de
los Lamentos
La destrucción del templo el año 70
d.C., del que quedó sólo la muralla occidental, siempre ha sido entendida por
los católicos para significar la sentencia de Dios sobre los judíos. La destrucción del templo impidió que los
judíos pudieran ofrecer el sacrificio, lo que significó que su religión había
llegado a su fin. La destrucción del templo fue la poderosa señal de Dios para
los judíos de que el Mesías había venido, que la Antigua Alianza había cesado,
y que el templo había sido reemplazado por la Iglesia Católica.
Entonces, cuando un judío reza en la
muralla occidental, o deja una oración allí, es una negación de que Jesucristo
es el Mesías; es una afirmación de que él cree que la Antigua Alianza todavía
está vigente; y es un lamentable y triste intento de ignorar el claro aviso de
Dios de que los judíos abandonen el templo destruido y entren en la Iglesia Católica.
Entonces, cuando el mismo Juan Pablo
II rezó en el Muro de los Lamentos en marzo de 2000, ello fue un intento de
validar el judaísmo. Ello fue una negación de que Jesucristo es el Mesías, y
una indicación de que él cree que la Antigua Alianza está todavía en vigor, y
una burla a la clara señal de Dios de que los judíos deben abandonar el Templo
destruido y entrar en la Iglesia Católica. Un informado comentarista señaló
que, cuando Juan Pablo II rezó en el Muro de los Lamentos, la mayoría de la
nación de Israel lo estaba viendo en la televisión. Esto significa que cada
judío que veía la televisión, veía que Juan Pablo II les decía que no era
necesario que se convirtieran a Jesucristo, porque Cristo no es el Mesías.
La oración que Juan Pablo II dejó en
el Muro de los Lamentos pedía perdón por los pecados contra el pueblo judío.
Otra
apostasía con los judíos durante el reinado de Juan Pablo II
A finales de 2001, una comisión del
Vaticano bajo Juan Pablo II publicó un libro titulado El Pueblo Judío y la Sagrada Escritura en la Biblia Cristiana. El libro dice que la espera de los judíos
por la venida del Mesías sigue siendo válida. Hay más sobre este libro en
la sección siguiente sobre Benedicto XVI.
El 12 de agosto de 2002, los obispos
norteamericanos en unión con Juan Pablo II publicaron un documento sobre los
judíos. Encabezado por el famoso apóstata William Keeler de Baltimore, y sin ni
un atisbo de oposición de Juan Pablo II, el documento declaró: “… intentos por la conversión de los judíos al
cristianismo ya no son teológicamente aceptables en la Iglesia Católica”[67].
Todo esto demuestra que Juan Pablo
II y sus obispos eran y son completos apóstatas de la fe católica.
Las
increíbles herejías de Juan Pablo II sobre los bautizados no católicos (es
decir, los herejes y cismáticos)
Ya hemos examinado en detalle la
innegable apostasía de Juan Pablo II con el paganismo, el islam y el judaísmo.
Además de las numerosas declaraciones y actos de herejía y apostasía que
cometió Juan Pablo II con las falsas religiones no cristianas, están sus
increíbles herejías sobre los no católicos bautizados y sus sectas heréticas.
Por ejemplo:
Juan
Pablo II enseña que los cismáticos no deben ser convertidos
Juan Pablo II en la catedral
“ortodoxa” siria junto a los patriarcas cismáticos Zakka I e Ignacio IV en 2001([68])
Juan Pablo II enseñó que los
cismáticos orientales (llamadas “ortodoxos”) no deben ser convertidos a la
Iglesia Católica. Aquí presentamos algunos antecedentes: los cismáticos
orientales rechazan el dogma del papado, lo que significa que ellos rechazan la
suprema autoridad de todos los Papas en la historia. Ellos rechazan el dogma de
la infalibilidad: la verdad de que el Papa enseña infaliblemente cuando habla
desde la cátedra de Pedro. Ellos rechazan el dogma de la Inmaculada Concepción,
ellos rechazan aceptar los 13 últimos concilios de la Iglesia Católica romana,
y permiten el divorcio y el nuevo matrimonio.
Juan
Pablo II, Homilía, 23 de mayo de 2003: “Quiero repetir una vez más, honrarlos también a ustedes, la santa
Iglesia ortodoxa…”[69].
En su escandaloso Directorio para la Aplicación de los
Principios y Normas del Ecumenismo (# 125), Juan Pablo II alienta el culto
interreligioso con los cismáticos orientales y declara: “… cualquier insinuación de proselitismo debe ser evitada”[70]. Como diremos más adelante, Juan Pablo
II aprobó el Directorio para la Aplicación de los Principios y Normas del
Ecumenismo en Ut unum sint # 58 y en
otros lugares.
Hacer proselitismo es convertir al
otro. Así, Juan Pablo II dice que cualquier esfuerzo para convertir a los
cismáticos orientales debe ser evitado. Éstas son las palabras de un verdadero
Papa, el Papa Benedicto XIV, sobre exactamente el mismo tema:
Papa Benedicto XIV, Allatae
sunt, #19, 26 de julio de 1755: “En primer lugar, el misionero que se
esfuerza con la ayuda de Dios de traer de vuelta a la unidad a los griegos y
cismáticos orientales, debe dedicar todos sus esfuerzos de liberarlos de la
única-objeción de las doctrinas que están en desacuerdo con la fe católica”[71].
Papa Benedicto XIV, Allatae
sunt, #19, 26 de julio de 1755:
“Porque la única obra confiada al misionero es la de atraer al
oriental a la fe católica…”[72].
Se puede ver fácilmente la diferencia
entre las dos religiones: la religión católica enseña que debe aceptarse toda
su enseñanza y que los no católicos deben ser convertidos. La religión no
católica de Juan Pablo II enseña que la fe católica no tiene sentido y que los
no católicos no deben ser convertidos.
Walter Kasper, un miembro de alto
rango de la Iglesia del Vaticano II, entiende esto muy bien. Kasper fue
nombrado “cardenal” y jefe del Consejo para la Promoción de la Unidad de los
Cristianos del Vaticano por Juan Pablo II. Benedicto XVI confirmó a Kasper en
su cargo como jefe de este organismo. Expresando la opinión tanto de Juan Pablo
II como de Benedicto XVI, Kasper declaró:
“…
Hoy en día ya no entendemos el ecumenismo en el sentido de un retorno por el
cual los otros deben ‘ser convertidos’ y volver a ser ‘católicos’. Esto fue
abandonado expresamente por el Concilio Vaticano II”[73].
Católicos
que fueron torturados y martirizados por negarse a convertirse en cismáticos
orientales
En su encíclica Orientales Omnes Ecclesias de 1945, del Papa Pío XII, se dan
algunos ejemplos de católicos en la historia que fueron torturados y asesinados
por negarse a abandonar la fidelidad al papado y convertirse en “ortodoxos”
orientales cismáticos. San Josafat es un ejemplo famoso, pero hay muchos otros.
San Josafat convirtió a muchos cismáticos orientales a la fe católica hasta que
fue asesinado por traer a esas personas de regreso a la unión con el papado.
Papa
Pío XII, Orientales Omnes Ecclesias,
# 15, 23 de diciembre de 1945: “Josafat
Kuntzevitch… fue famoso por su santidad de vida y celo apostólico y fue un
intrépido campeón de la unidad católica. Él
fue perseguido por el odio amargo y la intención homicida de los cismáticos y
el 12 de noviembre de 1623 fue herido y muerto inhumanamente con una alabarda”[74].
Hubo muchos otros que fueron mutilados,
ahogados y asesinados porque no se convirtieron en cismáticos orientales.
Papa
Pío XII, Orientales Omnes Ecclesias,
# 20, 23 de diciembre de 1945: “Aquellos
fieles que no quisieron separarse de la verdadera fe y obedientemente y sin
dudar resistieron a unirse a la Iglesia [cismática] disidente impuesta en 1879,
fueron castigados con multas vergonzosas, flagelados y exiliados”[75].
Papa
Pío XII, Orientales Omnes Ecclesias,
# 46, 23 de diciembre de 1945: “La comunidad de ruteno recibió… una noble
compañía de confesores y mártires. Para
preservar su fe y mantener su celosa lealtad al pontífice romano, ellos no
dudaron en soportar todo tipo de trabajos y dificultades, o incluso ir con
gusto a la muerte… Josafat Kuntzevitch… Él fue el excepcional mártir de la fe católica y de la unidad en aquel
período, pero no fue el único; no pocos de los clérigos y legos recibieron la
palma de la victoria después de él; algunos fueron muertos con la espada,
otros atrozmente flagelados, algunos ahogados en el Dniéper, pasando
así de su triunfo de la muerte al cielo”[76].
Papa
Pío XII, Orientales Omnes Ecclesias,
# 49, 23 de diciembre de 1945: “Además de todo esto, una nueva y no menos
amarga persecución al catolicismo comenzó unos pocos años antes de la partición
de Polonia. En esa época, cuando las tropas del emperador de Rusia habían invadido
Polonia, muchas iglesias del rito ruteno fueron separados de los católicos por
la fuerza de las armas; los sacerdotes
que rechazaron abjurar de su fe [y convertirse en cismáticos] fueron
encadenados, insultados, flagelados y encarcelados, donde sufrieron cruelmente
de hambre, sed y frío”[77].
Por su enseñanza herética de que los
“ortodoxos” cismáticos no están fuera de la Iglesia y no necesitan convertirse
para salvarse, la secta del Vaticano II absolutamente se burla de los santos y
mártires que sufrieron horriblemente por no hacerse cismáticos.
La
declaración de Balamand del Vaticano con los cismáticos orientales, aprobada
por Juan Pablo II, rechaza la conversión de estos no católicos como
“eclesiología obsoleta”
El 24 de junio de 1993, el Vaticano
firmó la Declaración de Balamand con los cismáticos orientales (la llamada
“Iglesia ortodoxa”). En esta Declaración de Balamand, citada a continuación,
que fue aprobada por Juan Pablo II, se rechaza todo intento de convertir a los
cismáticos orientales como siendo “una eclesiología
obsoleta de retorno a la Iglesia Católica”. Estos son algunos pasajes
de la increíble herética Declaración Balamand.
Declaración de Balamand de la
secta del Vaticano II con los “ortodoxos”, 1993, # 10: “La situación creada
ha dado como resultado la creación de tensiones y oposiciones.
Progresivamente en las décadas que siguieron a esas uniones, la actividad misionera tendió a incluir
entre sus prioridades el esfuerzo de convertir a los otros cristianos,
individualmente o en grupos, a fin de “traerlos de vuelta” a la Iglesia.
Para legitimar esta tendencia, nacida del proselitismo, la Iglesia Católica desarrolló la visión teológica según la cual ella
se presenta a sí misma como a la única que se le encomendó la salvación.
Como reacción, la Iglesia ortodoxa, a su vez, llegó a aceptar la misma visión
según la cual sólo en ella se podía encontrar la salvación…”
#’s 14-15: “… De acuerdo a las palabras del Papa Juan Pablo II, el esfuerzo
ecuménico de las Iglesias hermanas de oriente y occidente, basado en el
diálogo y la oración, es la búsqueda de la perfecta y total comunión que no es ni absorción ni fusión, sino un
encuentro en la verdad y el amor (cfr. Slavorum
Apostoli, 27). 15. Mientras que la inviolable libertad de las personas y
su obligación de cumplir los requerimientos de su propia conciencia permanece
asegurada, en la búsqueda de
restablecer la unidad no se trata de convertir a las personas de una Iglesia
a la otra a fin de asegurar su salvación.
22. “La actividad pastoral en la Iglesia Católica, tanto latina como
oriental, ya no aspira a que los fieles pasen de una religión a otra, es
decir, ya no se pretende hacer
proselitismo entre los ortodoxos. Ella tiene como objetivo responder a
las necesidades espirituales de sus propios fieles y no tiene ningún deseo de expansión a expensas de la Iglesia
ortodoxa.
30. “Para allanar el camino para las futuras relaciones
entre las dos Iglesias —que pasa más
allá de una eclesiología obsoleta de retorno a la Iglesia Católica
relacionado con el problema que es el objetivo de este documento—, se
prestará especial atención a la formación de los futuros sacerdotes y de
todos aquellos que, de alguna manera, están involucrados en una actividad
apostólica llevada a cabo en un lugar donde la otra Iglesia tiene
tradicionalmente sus raíces. Su formación debe ser objetivamente positiva
respecto de la otra Iglesia”.
(http://www.cin.org/east/balamand.html)
|
Esta es una increíble y descarada
herejía! Este documento aprobado por los antipapas del Vaticano II, es sin duda
una de las peores herejías de la secta del Vaticano II. Ella menciona sin
rodeos y luego rechaza totalmente el dogma tradicional de la Iglesia Católica de
que los cismáticos se deben convertir a la fe católica para obtener la unidad y
la salvación.
Juan Pablo II dijo que la
Declaración de Balamand era un “nuevo paso” que “debe ayudar a todas las
iglesias ortodoxas e iglesias católicas locales, tanto latinas como orientales,
que viven juntas en una misma región, a continuar en su compromiso con el
diálogo de caridad y a continuar o buscar relaciones de cooperación en la zona
de sus actividades pastorales”[78].
Por favor, repare especialmente en
los ítems #14 y 15 que afirman que “en la
búsqueda del restablecimiento de la unidad no se trata de la conversión de las
personas de una Iglesia a otra con el fin de asegurar su salvación…”. Por
favor, repare en el ítem # 22 que afirma que la Iglesia Católica “no desea la expansión a expensas de la
Iglesia ortodoxa”, y en el # 30, que rechaza la “anticuada eclesiología de
retorno a la Iglesia Católica”. Nótese cómo todo esto rechaza rotundamente
el dogma católico de que los no católicos deben retornar a la Iglesia Católica
para la salvación y la unidad cristiana.
Papa
Pío XI, Mortalium animos, # 10, 6 de
enero de 1928:
“…
la unión de los cristianos no se puede fomentar de otro modo que procurando el
retorno de los disidentes a la única y verdadera Iglesia de Cristo, de la cual
un día desdichadamente se alejaron”[79].
Por tanto, es un hecho que Juan
Pablo II y su secta rechazan, palabra por palabra, el dogma de la fe católica:
la unidad de los cristianos sólo se logra mediante la conversión al
catolicismo. Vemos de nuevo este rechazo al dogma católico en la siguiente
cita.
Otras
increíbles herejías de Juan Pablo II con los “ortodoxos” cismáticos orientales
Juan
Pablo II, Homilía, 25 de enero de 1993:
“La forma de lograr la unidad, de
hecho, dice el documento de la Pontificia Comisión para Rusia, ‘no es el
proselitismo sino el diálogo fraterno…’”[80].
Es un hecho que Juan Pablo II enseña
que la fe de Roma no debe ser mantenida por los no católicos; por lo tanto, es
claro que se engañan quienes creen que él tenía la verdadera fe católica.
Papa
León XIII, Satis cognitum, # 13, 29
de junio de 1896:
“No puede creerse que guardáis la fe
católica los que no enseñáis que se debe guardar la fe romana”[81].
Quienes dicen, frente a estos
hechos, que Juan Pablo II debe ser considerado un católico verdadero (en otras
palabras, que él era un Papa verdadero), están negando esta enseñanza de la
Iglesia.
En su encíclica sobre los santos Cirilo y Metodio, # 27, Juan
Pablo II indicó que los cismáticos orientales no deben ser convertidos a la Iglesia
Católica. Él afirmó que la unidad con los cismáticos “no es ni absorción ni fusión”[82],
lo cual significa conversión. Como vimos anteriormente, la Declaración
Balamand con los “ortodoxos”, que cita las reales palabras de la
encíclica de Juan Pablo II sobre los santos Cirilo y Metodio, muestra que él
dice que los católicos no deben convertir a los ortodoxos.
Juan Pablo II confirmó su herejía en
incontables reuniones con los cismáticos. El 24 de febrero de 2000, Juan Pablo
II se reunió con el cismático obispo de Alejandría, “Papa” Shenouda III.
Reunión de Juan Pablo II con el
obispo cismático de Alejandría, quien se hace llamar “Papa” Shenouda III
En su mensaje al obispo cismático,
Juan Pablo II lo llamó “Su Santidad” y dijo:
Juan
Pablo II, Mensaje a “Papa” Shenouda III, 24 de febrero de 2000: “Estoy
agradecido por todo lo que habéis dicho, Su Santidad… Dios bendiga a la Iglesia del Papa Shenouda. Gracias”[83].
En otras palabras, Juan Pablo II
dijo: “Dios bendiga a la Iglesia cismática”. Esto es un rechazo de la fe
católica. La Escritura nos dice específicamente que no se puede saludar (en
otras palabras decirle, “Dios le bendiga”) a los herejes.
2
Juan, 10: “Si alguno viene a vosotros y no lleva esta doctrina, no le
recibáis en casa ni le saludéis,
pues el que le saluda comunica sus malas obras”.
Decir “Dios bendiga” a una falsa
Iglesia, es pedirle a Dios que se multiplique y se propague esa secta falsa.
“El Papa respalda nueva catedral – La iglesia ortodoxa rumana ha
aumentado en un 40% los fondos necesarios para la construcción de una catedral
en Bucarest, incluyendo una
contribución de $100.000 dólares de parte del Papa Juan Pablo II, dijo
un funcionario ortodoxo”.
Juan Pablo II y Teoctist (el
patriarca cismático de Rumania) en una declaración conjunta en la que renuncian
mutuamente por la conversión del otro
El 12 de octubre de 2002, Juan Pablo
II y el patriarca cismático de Rumania renunciaron conjuntamente a tratar de
convertirse unos a otros en una declaración conjunta. Ellos declararon:
“Nuestro objetivo y nuestro ferviente deseo es la comunión plena, que
no es la absorción...”[84].
Esto es lo contrario a la conversión. Juan Pablo II usó frecuentemente la frase
“ni absorción ni fusión” para indicar que la unidad con los cismáticos no es
por medio de su conversión. Recuérdese que esta frase fue usada con el mismo
significado en la Declaración Balamand (citada anteriormente) con el cismático
“ortodoxo”.
Teoctist, el patriarca cismático de
Rumania reveló en 1999 que Juan Pablo II
hizo una gran donación a su Iglesia no católica[85].
¡El servicio de noticias Zenit y otros reportaron (véase imagen arriba) que la
donación de Juan Pablo II al patriarca cismático fue de US$100.000!
“El
clero ortodoxo de Rumania dijo hoy que Juan Pablo II ha donado US$100.000 para
la construcción de una catedral ortodoxa, la que podrá albergar hasta 2.000
personas, reportó la Agencia France-Presse”[86].
Papa
Inocencio III, IV Concilio de Letrán, constitución # 3 sobre los herejes, 1215:
“Determinamos someter a excomunión a los creyentes que reciban, defiendan, o apoyen
a los herejes”[87].
En su discurso, en el mismo día de
su declaración conjunta, Juan Pablo II le dijo al patriarca cismático Teoctist:
“El objetivo es… alcanzar la unidad, la
que no implica ni absorción ni fusión”[88].
Por consiguiente, Juan Pablo II ha asegurado
públicamente una y otra vez a sus oyentes que los católicos no deben tratar de
convertir a los acatólicos y que la fe católica no es necesaria para alcanzar
la salvación.
Papa
Pío IX, Nostis et nobiscum, # 10, 8
de diciembre de 1849: “En particular hay
que procurar que los mismos fieles tengan fijo en sus almas y profundamente
grabado el dogma de nuestra santa religión de que es necearía la fe católica
para obtener la eterna salvación”[89].
De hecho, en el mismo discurso al
patriarca cismático de Rumania, Juan Pablo II hizo esta increíble declaración:
“Por
su parte, la Iglesia Católica reconoce la misión a la que están llamadas las
Iglesias ortodoxas en los países donde ella se ha arraigado desde hace siglos. Ella no desea más que ayudar a esta
misión…”[90].
¡Esto en cuanto al papado! ¡Esto en
cuanto a los últimos 1000 años de declaraciones dogmáticas que los cismáticos
rechazan! ¡Esto en cuento al divorcio y las segundas nupcias! Y esto en cuanto
a la Iglesia Católica, según Juan Pablo II. Según este apóstata, todo esto no
significa nada y de hecho no debe creerse porque la “Iglesia” no desea más que
mantener a estas personas en el cisma y fuera de sus enseñanzas.
Papa
Gregorio XVI, 27 de mayo de 1832: “No os engañéis, mi hermano; quien sigue a un
cismático, no obtendrá la herencia del reino de Dios”[91].
Papa
León XII, Quod hoc ineunte, # 8, 24
de mayo de 1824: “Nos dirigimos a todos
vosotros que todavía estáis apartados de la verdadera Iglesia y del camino a la
salvación. En este júbilo universal, una cosa falta: que habiendo sido
llamados por la inspiración del Espíritu celestial y habiendo roto todo lazo
decisivo, podáis estar de acuerdo sinceramente con la Madre Iglesia, fuera de cuyas enseñanzas no hay salvación”[92].
Papa
León XII, Ubi primum, # 14, 5 de mayo
de 1824: “Es imposible que el Dios
verdadero, que es la Verdad misma, el mejor, el más sabio proveedor y el
premiador de los buenos, apruebe todas
las sectas que profesan enseñanzas
falsas que a menudo son inconsistentes y contradictorias entre sí, y otorgue premios eternos a sus miembros…
porque por la fe divina confesamos un solo Señor, una sola fe, un solo
bautismo. … Por eso confesamos que no
hay salvación fuera de la Iglesia”[93].
Papa Pío XI, Mortalium animos, # 11, 6 Enero
1928: “Sólo la
Iglesia Católica es la que conserva el culto verdadero. Ella es la fuente de la
verdad, la morada de la fe, el templo de Dios; quienquiera que en él no entre o de él salga, ha perdido la esperanza
de vida y de salvación”[94].
Aquí vemos a Juan Pablo II y al
patriarca cismático Teoctist sentados en sillas al mismo nivel
Esta es otra acción por la cual Juan
Pablo II manifestó que él aceptó la herejía “ortodoxa” de que todos los obispos
son iguales. Juan Pablo II declaró que está bien negar la primacía del obispo
de Roma.
En el verano de 2003, Juan Pablo II
repudió de nuevo el proselitismo para con los cismáticos orientales.
Juan
Pablo II, exhortación apostólica post-sinodal Ecclesia in Europa, 28 de junio de 2003: “Al mismo tiempo, quiero asegurar una vez más a los
pastores y nuestros hermanos y hermanas de las iglesias ortodoxas que la nueva
evangelización de ninguna manera debe confundirse con proselitismo…”[95].
Papa
Pío IX, Primer Concilio Vaticano, sesión 4, cap. 3, ex cathedra: “Enseñamos, por ende, y declaramos, que la Iglesia
Romana, por disposición del Señor, posee el principado de potestad ordinaria
sobre todas las otras… Tal es la
doctrina de la verdad católica, de la que nadie puede desviarse sin menoscabo
de su fe y salvación”[96].
Esta definición infalible del
Vaticano I declara que todo el que se desvíe del dogma del papado —que el Papa
de Roma tiene el poder soberano en la Iglesia de Cristo—, como ocurre con los
cismáticos “ortodoxos” y los protestantes, no puede conservar la fe y salvarse.
En cambio, Juan Pablo II nos dice que los cismáticos “ortodoxos” y los
protestantes no sólo pueden conservar la fe y la salvación al tiempo que niegan
el papado, sino que no deben creer en el papado. Él fue un completo hereje que
rechazó este dogma del Primer Concilio Vaticano.
Juan
Pablo II declara unidad de fe y comunión con las sectas no católicas
En su encíclica Ut unum sint, Juan Pablo II declaró 16 veces que su “Iglesia” está
en comunión con las sectas no católicas, y 8 veces que tiene la misma fe que las
sectas no católicas.
Juan
Pablo II, Ut unum sint # 62, 25 de
mayo de 1995, hablando del cismático y no-católico patriarca de Etiopía: “Con
el venerable patriarca de la Iglesia de Etiopía, Abuna Paulos, que me visitó en
Roma el 11 de junio de 1993, hemos puesto de relieve la profunda comunión existente entre nuestras dos Iglesias:
‘Compartimos la fe transmitida por los Apóstoles,… además, podemos afirmar que profesamos la misma fe en Cristo…’”[97].
Papa San León Magno, Sermón 129:
“Dondequiera que sea, ya que fuera de la Iglesia Católica nada existe perfecto,
nada puro… Nos no somos de ningún modo
comparados con los que se separan de la unidad del Cuerpo de Cristo; no
estamos en comunión”[98].
Cuando Juan Pablo II afirma que él
tiene la misma fe y comunión con las sectas no-católicas, él está afirmando que
no es católico.
Juan
Pablo II dio una reliquia al cismático Karekin II, y declaró que su secta es la
“Esposa de Cristo”
Juan Pablo II también le dio a
Karekin II, jefe de la Iglesia cismática de Armenia, una reliquia de San
Gregorio el Iluminador.
Juan Pablo II da una reliquia de San
Gregorio el Iluminador al jefe de la “Iglesia” cismática de Armenia
Juan
Pablo II, Homilía al patriarca cismático Karekin II, 10 de noviembre de
2000: “Estoy muy contento de regresar a
Su Santidad una reliquia de San Gregorio el Iluminador… La reliquia será
colocada en una nueva catedral que se está construyendo… Mi esperanza es que la nueva catedral se adornará con la belleza aún
mayor de la Esposa de Cristo de Armenia”[99].
San Gregorio el iluminador (257-332 d.C.)
fue el apóstol de Armenia que propagó la verdadera fe cristiana (la fe católica)
en Armenia.
“Trabajando
en estrecha colaboración, el rey Tiridates y San Gregorio el Iluminador
destruyeron todos los antiguos templos paganos en Armenia, comenzando con los
de la diosa Anahit y el dios Tir. En su lugar fueron colocadas cruces. Un gran
número de personas fueron bautizadas”[100].
Al entregar la reliquia de este gran
apóstol cristiano de Armenia a los cismáticos, Juan Pablo II estaba indicando
claramente que él considera que los cismáticos profesan la verdadera fe
cristiana, la verdadera fe que tuvo San Gregorio el Iluminador. Además, en la
homilía anterior, Juan Pablo II llamó “Esposa de Cristo” a la iglesia
“ortodoxa” cismática, un título reservado únicamente a la Iglesia Católica.
La
herejía de Juan Pablo II con la secta anglicana
Margaret Clitherow, quien se negó a
aceptar la secta anglicana y su “Misa” y que invitaba a su hogar a los
sacerdotes católicos yendo en contra de las leyes penales, fue por ello martirizada,
aplastada hasta morir debajo de una gran puerta sobre la cual pusieron pesadas
cargas. Este estilo de ejecución es tan doloroso que es llamado “castigo severo
y cruel”. Ella sufrió todo eso por
negarse a aceptar el anglicanismo. Sin embargo, la secta del Vaticano II
enseña que los anglicanos son verdaderos “cristianos” que no necesitan
convertirse y cuyos falsos “obispos” son, en realidad, verdaderos obispos de la
Iglesia de Cristo. La secta del Vaticano II enseña que su martirio fue inútil.
Juan
Pablo II visitó la catedral anglicana y participó del culto de la secta
anglicana, lo que constituye herejía formal por acción
Juan Pablo II hablando en la
catedral anglicana de Canterbury en 1982[101]
Juan
Pablo II se burló de los mártires ingleses al rezar junto al “arzobispo”
anglicano de Canterbury en 1982
Juan Pablo II rezando junto al
hereje y cismático “arzobispo” anglicano de Canterbury, quien no es más que un
lego que se hace pasar por obispo
El 29 de mayo de 1982, Juan Pablo II
se arrodilló junto al “arzobispo” de Canterbury, Robert Runcie en “oración
conjunta”, lo que constituye una burla al martirio de tantos santos católicos,
que derramaron valientemente su sangre al no aceptar la falsa secta anglicana o
a participar en un culto falso.
Papa Pío IX, Neminem vestrum, # 5, 2 de febrero de
1854: “… queremos que sepáis que los mismos monjes nos enviaron una espléndida
profesión y declaración de la fe y doctrina… Pues no sólo con elocuentísimas expresiones profesan con espíritu
animoso y decidido que acatan todas las ordenaciones y decretos de los
Romanos Pontífices y Sagradas Congregaciones sea que ya estén publicados o
que en adelante se publicaren y en particular las que vetan communicatio in divinis (la comunicación
en las cosas divinas) con los cismáticos…”[102].
Juan
Pablo II concedió la cruz pectoral al jefe de la secta anglicana, quien es un
simple lego
En 2003, Juan Pablo II concedió la
cruz pectoral a Rowan Williams, el “arzobispo” anglicano de Canterbury.
Juan Pablo II besando el anillo de
Rowan Williams, el jefe de la secta anglicana, a quien también otorgó la cruz
pectoral, a pesar que Williams es un laico
Para los que no saben, la secta
anglicana no tiene siquiera sacerdotes y obispos válidos. El Papa León XIII
declaró infaliblemente que las ordenaciones anglicanas son inválidas.
Papa
León XIII, Apostolicae curae, 13 de
septiembre de 1896: “Por propia
iniciativa y a ciencia cierta, pronunciamos
y declaramos que las ordenaciones hechas en rito anglicano han sido y son
absolutamente inválidas y totalmente nulas…”[103].
Los “sacerdotes” y “obispos”
anglicanos son, por lo tanto, laicos además de ser herejes y cismáticos. A
pesar de ello, después de la elección del nuevo “arzobispo” de Cantorbery
(Rowan Williams), ¡Juan Pablo II le
envió una cruz pectoral y un telegrama de aprobación a este hereje lego! Esto
es tan herético que casi no hay palabras para describirlo.
“Arzobispo”
anglicano de Canterbury Rowan Williams a Juan Pablo II, 4 de octubre de 2003:
“En 1966 el Papa Pablo VI le entregó al arzobispo Michael Ramsey su propio
anillo episcopal, el que ha sido atesorado por sus sucesores y que yo uso hoy. Me complace agradeceros por vuestro
regalo personal, una cruz pectoral, que me envió con motivo de mi entronización
a principios de este año. Al tomar cargo de mi nuevo ministerio, aprecio
profundamente ese signo de tarea compartida…”[104].
La cruz pectoral es un símbolo
católico tradicional de la autoridad episcopal. Al otorgarle la cruz pectoral
al apóstata Rowan Williams ―que también está a favor del sacerdocio de las
mujeres y de la ordenación de los homosexuales―, Juan Pablo II no sólo negó rotundamente la definición infalible de León
XIII de que las ordenaciones anglicanas son inválidas, sino que también
hizo una burla completa de los dogmas católicos sobre el papado y la Iglesia de
Cristo.
¡Y lo que hace aún más increíble
esta acción de Juan Pablo II es el hecho de que al mismo Williams se le
prohibió hacer los servicios de “comunión” en 350 parroquias anglicanas
por su opinión a favor del sacerdocio de mujeres![105]
Pero esto no detuvo a Juan Pablo II; él sólo siguió adelante con su apostasía.
Juan Pablo II incluso indicó que el
lego no católico Williams es el legítimo obispo de la “sede de Canterbury”.
Juan
Pablo II: “Al reverendísimo y muy honorable Rowan Williams, arzobispo de
Canterbury”, 4 de octubre de 2003: “Estos
encuentros han buscado renovar los vínculos entre la sede de Canterbury y la
sede Apostólica… Es la fidelidad a Cristo que nos obliga a continuar en la
búsqueda de la plena unidad visible y encontrar las formas adecuadas de
participación, siempre que sea posible, en testimonio y misión comunes…
Ruego por una renovada efusión del Espíritu Santo sobre vosotros… Que Dios os
guarde, cuide y os guíe siempre en el ejercicio de sus altas
responsabilidades”[106].
Como se indicó anteriormente,
durante su reunión con Rowan Williams, Juan Pablo II también besó su anillo, lo
que demuestra, una vez más, que Juan Pablo II reconoció a este lego no católico
como siendo un legítimo obispo en la Iglesia de Cristo. Juan Pablo II se burló
de Jesucristo, de la Iglesia Católica y de los mártires ingleses que
sufrieron horribles torturas por rechazar abandonar el catolicismo y hacerse
anglicanos. Con esta acción, Juan Pablo II rechazó la enseñanza de la Iglesia Católica
sobre el episcopado, la ordenación, la sucesión apostólica y la unidad de la
Iglesia.
Juan
Pablo II visitó el templo luterano
Juan Pablo II en el templo luterano
en 1983
En 1983, Juan Pablo II visitó un
templo luterano por ocasión de los 500 años del natalicio de Martín Lutero.
Esta es otra acción herética ―participar en una ceremonia de culto de una
religión no-católica y celebrar a un heresiarca― que prueba absolutamente que
Juan Pablo II no era católico.
Juan
Pablo II elogió a Lutero, Calvino, Zwinglio y Hus
Juan Pablo II también elogió a los
enemigos más grandes que la Iglesia Católica haya jamás conocido, incluyendo a
los revolucionarios protestantes Lutero y Calvino. En octubre de 1983, Juan
Pablo II hablando de Martín Lutero declaró: “Nuestro mundo experimenta incluso
hoy su impacto en la historia”[107].
Y el 14 de junio de 1984, Juan Pablo II elogió a Calvino como alguien que
quería “hacer que la Iglesia fuera más fiel a la voluntad del Señor”[108].
Elogiar a los peores herejes de la historia de la Iglesia es ir más allá de la
herejía.
Papa
Gregorio XVI, encíclica del 8 de mayo de 1844:
“Pero
más tarde se requirió aún más atención cuando los luteranos y calvinistas
se atrevieron a oponerse a la doctrina inmutable de la fe con una variedad de
errores casi increíbles. Ellos no ahorraron medio algunos para engañar a
los fieles con las perversas explicaciones de los libros sagrados…”[109].
Juan Pablo II también elogió a los
conocidos herejes Zwinglio y Hus. Incluso fue tan lejos como para decir que
Juan Hus, quien fue condenado como hereje por el Concilio de Constanza, ¡fue un
hombre de “integridad personal infalible”[110]!
Juan
Pablo II aprobó el acuerdo entre el Vaticano y los luteranos sobre la
justificación
El 31 de octubre de 1999, el
“cardenal” Edward Cassidy y el “obispo” luterano Christian Krause se dan la
mano al firmar la Declaración Conjunta
sobre la Doctrina de la Justificación en Augsburgo, Alemania. Este acuerdo,
que fue aprobada por Juan Pablo II
enseña: que la justificación viene por “la sola fe” (anexo 2, C), que los
cánones del Concilio de Trento ya no se aplican a los luteranos (# 13), que
ninguna de las enseñanzas luterana en la declaración conjunta, incluyendo la
herejía de la justificación por la sola fe y las otras numerosas herejías
luteranas, están condenadas por Trento (# 41). En resumen, este acuerdo entre
la “Iglesia” de Juan Pablo II y la secta luterana rechaza totalmente el
Concilio dogmático de Trento. Ella es una verás declaración de que la secta de
Juan Pablo II es una secta protestante (más adelante hay una sección dedicada a
este acuerdo increíblemente herético).
Juan
Pablo II, 19 de enero de 2004, En una
reunión con los luteranos de Finlandia: “... quiero expresar mi gratitud
por el progreso ecuménico entre católicos y luteranos en los cinco años desde la firma de la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la
Justificación”[111].
Juan
Pablo II enseñó que los no católicos pueden recibir la comunión
Juan Pablo II también enseñó que los
no católicos pueden recibir legalmente la sagrada comunión. El canon 844.3 de
su Código de Derecho Canónico de 1983
establece que:
“Los
ministros católicos pueden administrar lícitamente los sacramentos de la
penitencia, eucaristía y unción de los enfermos a los miembros de las iglesias
orientales que no están en comunión plena con la Iglesia Católica...”[112].
La idea de que los no católicos
pueden recibir legalmente la sagrada comunión o los otros sacramentos es
contraria a la enseñanza de 2000 años de la Iglesia Católica.
Papa
Pío IX, encíclica del 8 de abril de
1862:
“…
‘quienquiera que comiere el Cordero y no es miembro de la Iglesia, ha
profanado’”[113].
Lo que es particularmente
significativo de esta herejía de Juan Pablo II (de que es lícito dar la
comunión a los acatólicos) es el hecho que aquello aparece en el Nuevo Catecismo
párrafo # 1401. Este documento fue promulgado por la llamada suprema autoridad
apostólica de Juan Pablo II. En su constitución Fidei Depositum, Juan Pablo II promulgó su nuevo catecismo usando
su “autoridad apostólica” para declarar que se trata de una “norma segura para
la enseñanza de la fe”.
Juan Pablo II, Fidei Depositum, 11 de octubre de 1992:
“El Catecismo de la Iglesia Católica que
aprobé el 25 de junio pasado, y cuya publicación ordeno hoy en virtud de la autoridad apostólica, es una exposición de la fe de la Iglesia y
de la doctrina católica,… Lo
reconozco… como norma segura para la enseñanza de la fe”[114].
El catecismo de Juan Pablo II no es
norma segura para la enseñanza de la fe. Es una norma segura para la enseñanza
de la herejía. Por lo tanto, ya que Juan Pablo II pretendió haber hablado desde
la cátedra de Pedro ―al decir que su catecismo es norma segura para la
enseñanza de la fe (cuando no lo es)―, podemos ver que él no estaba sentado en
la cátedra de Pedro. Un Papa no puede errar cuando habla desde la Sede
Apostólica, esto es, con su autoridad apostólica desde la cátedra de Pedro.
Papa
Pío IX, Primer Concilio Vaticano, ex
cathedra: “… la Sede Apostólica, que guardó siempre sin mácula la religión
católica, y fue celebrada la santa doctrina”[115].
Papa
Pío IX, Primer Concilio Vaticano, ex
cathedra:
“Así,
pues, este carisma de la verdad y de la fe nunca deficiente, fue divinamente
conferido a Pedro y a sus sucesores en esta cátedra…”[116].
Ya hemos visto que esta herejía de
que a los no católicos se les permita recibir la sagrada comunión fue también
enseñada en el Concilio Vaticano II. Juan Pablo II también se refirió a esta
enseñanza con la aprobación de Ut unum
sint.
Juan
Pablo II, Ut unum sint, # 58, 25 de
mayo de 1995: “En función de los estrechísimos vínculos sacramentales
existentes entre la Iglesia Católica y las Iglesias ortodoxas… la Iglesia Católica,
según las circunstancias de tiempos, lugares y personas, usó y usa con
frecuencia un modo de actuar más suave, ofreciendo a todos medios de salvación
y testimonio de caridad entre los cristianos, mediante la participación en los sacramentos y en otras funciones y
cosas sagradas… No se debe perder
nunca de vista la dimensión eclesiológica de la participación en los
sacramentos, sobre todo en la sagrada Eucaristía”[117].
Él señala la “dimensión
eclesiológica” de la participación en los sacramentos con los “ortodoxos”. Con
ello, él quiere decir que los cismáticos “ortodoxos” son parte de la misma
Iglesia.
Juan
Pablo II enseñó que las sectas no católicas son un medio de salvación
Siguiendo al Vaticano II, Juan Pablo
II también enseñó que las sectas no católicas son un medio de salvación, lo
cual es una herejía.
Juan
Pablo II, Nuevo Catecismo, párrafo
819, hablando de las Iglesias no católicas: “El Espíritu de Cristo se sirve de estas Iglesias y comunidades
eclesiales como medios de salvación…”[118].
Papa
Pío IV, profesión de fe, Concilio de Trento, ex cathedra: “Esta verdadera
fe católica, fuera de la cual nadie puede salvarse, y que al presente
espontáneamente profeso y verazmente mantengo…”[119].
Juan
Pablo II enseñó que las sectas no católicas tienen santos y mártires
Juan Pablo II enseñó repetidamente
que las sectas no católicas tienen santos y mártires.
Juan
Pablo II, Ut unum sint, # 84, 25 de
mayo de 1995, hablando de las “Iglesias” no católicas: “La comunión aún no
plena de nuestras comunidades está en verdad cimentada sólidamente, si bien de
modo invisible, en la comunión plena de los santos, es decir, de aquéllos que
al final de una existencia fiel a la gracia están en comunión con Cristo
glorioso. Estos santos proceden de todas las Iglesias y Comunidades eclesiales,
QUE LES ABRIERON LA ENTRADA EN LA COMUNIÓN DE LA SALVACIÓN”[120].
Esta es una herejía innegable,
claramente manifiesta. Es un artículo de fe divina y católica que quienes no
están en la Iglesia Católica, incluso si derramaran la sangre en nombre de
Cristo, no se pueden salvar.
Papa
Eugenio IV, Concilio de Florencia, ex
cathedra: “… nadie, por más limosnas
que hiciere, aun cuando derramare su sangre por el nombre de Cristo, puede
salvarse, si no permaneciere en el seno y unidad de la Iglesia Católica”[121].
Este dogma definido solemnemente en
el Concilio de Florencia fue repetido por el Papa Pío XI:
Papa
Pío XI, Rappresentanti en terra, #
99, 31 de diciembre de 1929: “Se destaca notablemente en la vida de numerosos santos, a quienes la Iglesia, y ella
sola, produce, en quienes se realiza perfectamente la finalidad de la
educación cristiana…”[122].
Es imposible imaginar una negación
más específica y explícita de este dogma particular que la hecha por Juan Pablo
II en Ut unum sint # 84, citada
arriba.
Papa
Gregorio XVI, Summo iugiter studio,
27 de mayo de 1832:
“Finalmente, algunas de estas
personas descarriadas intentan persuadirse a sí mismos y a otros que los
hombres no se salvan sólo en la religión católica, sino que incluso los
herejes pueden obtener la vida eterna”[123].
Por favor, nótese además que el
hereje manifiesto Juan Pablo II declara en Ut
unum sint # 84 que no solo hay “santos” en las Iglesias no católicas
(herejía manifiesta), sino que él va más allá al declarar que tales sectas no católicas “les abrieron la
entrada” de la salvación: “las iglesias y comunidades eclesiales, que
les abrieron la entrada en la comunión de la salvación”.
Juan
Pablo II, Ut unum sint, # 83, 25 de
mayo de 1995:
“Todas las comunidades cristianas
saben que una exigencia y una superación de este tipo, con la fuerza que da el
Espíritu, no están fuera de su alcance. En efecto, todas tienen mártires de la fe cristiana”[124].
Juan
Pablo II, Discurso al patriarca cismático no católico Karekin II, 9 de
noviembre de 2000:
“Una
vez más, agradezco a usted, Santidad,
por su disposición a formar parte de la liturgia en la persona de su
representante. En efecto, ‘tal vez la
forma más convincente del ecumenismo es el ecumenismo de los santos y de los
mártires. La communio sanctorum
habla más fuerte que las cosas que nos dividen’”[125].
Juan Pablo II, Ut unum sint, # 1, 25 de mayo de 1995:
“El valiente testimonio de tantos mártires de
nuestro siglo, pertenecientes también a otras Iglesias y Comunidades eclesiales
no en plena comunión con la Iglesia Católica, infunde nuevo
impulso a la llamada conciliar y nos recuerda la obligación de acoger y poner
en práctica su exhortación”[126].
Juan Pablo II, Salvifici doloris, # 22, 11 de febrero
de 1984:
“La resurrección de Cristo ha revelado ‘la gloria del
siglo futuro’ y, contemporáneamente, ha confirmado ‘el honor de la Cruz’: aquella gloria
que está contenida en el sufrimiento mismo de Cristo, y que muchas veces se ha reflejado y se refleja en el
sufrimiento del hombre, como expresión de su grandeza espiritual. Hay que reconocer el testimonio glorioso no
sólo de los mártires de la fe, sino también de otros numerosos hombres que a
veces, aun sin la fe en Cristo, sufren y dan la vida por la verdad y por
una justa causa. En los sufrimientos de todos éstos es confirmada de modo
particular la gran dignidad del hombre”[127].
Juan Pablo II, Discurso
de ángelus, 19 de septiembre de 1993:
“En el espacio sin
límites de Europa oriental, la
Iglesia ortodoxa también puede decir al final de este siglo lo que los
Padres de la Iglesia han proclamado acerca de la propagación inicial del
Evangelio: 'Sanguis martyrum - semen
Christianorum' [la sangre de los mártires es la semilla de cristianos]”[128].
Juan Pablo II, Tertio millennio adveniente, # 37, 10 de
noviembre de 1994:
“El testimonio ofrecido a Cristo hasta el derramamiento
de la sangre se ha hecho patrimonio común de católicos, ortodoxos, anglicanos
y protestantes, como revelaba ya Pablo VI en la homilía de la canonización
de los mártires ugandeses”[129].
Juan Pablo II, Tertio millennio adveniente, # 37, 10 de
noviembre de 1994:
“… es preciso que las Iglesias locales hagan
todo lo posible por no perder el
recuerdo de quienes han sufrido el martirio, recogiendo para ello la documentación
necesaria. Esto ha de tener un sentido y una elocuencia ecuménica. El ecumenismo de los santos, de
los mártires, es tal vez el más convincente. La communio sanctorum
habla con una voz más fuerte que los elementos de división”[130].
Juan Pablo II, Ut unum sint, # 84, 25 de mayo de 1995:
“Si nos ponemos
ante Dios, nosotros cristianos
tenemos ya un martirologio común.
Este incluye también a los mártires de nuestro siglo, más numerosos de lo que
se piensa…”[131].
Juan
Pablo II, Ut unum sint, # 84, 25 de
mayo de 1995:
“En la irradiación que emana del ‘patrimonio
de los santos’ pertenecientes a todas las comunidades,
el ‘diálogo de conversión’ hacia la unidad plena y visible aparece entonces
bajo una luz de esperanza. En efecto, esta presencia universal de los santos
prueba la trascendencia del poder del Espíritu”[132].
Juan
Pablo II, Audiencia general, 12 de mayo de 1999: “La experiencia del martirio
se unió a los cristianos de varias denominaciones en Rumania. Los ortodoxos, católicos y protestantes
dieron un testimonio unido a Cristo por
el sacrificio de sus vidas”[133].
Todo
esto es herejía pública y formal repetida
reiteradamente. ¡Y pensar que algunos “tradicionalistas” tienen la audacia de
afirmar que Juan Pablo II nunca negó un dogma! ¡Tanto escándalo y mentira! Esta
sola herejía, sin siquiera considerar todas las demás, demuestra que él no fue
un católico. Esto demuestra que Juan Pablo II rechazó directamente el dogma
solemnemente definido (desde el Concilio de Florencia, citado arriba) de que
los no católicos no se pueden salvar aun cuando derramen su sangre por Cristo.
Papa
Pelagio II, epístola 2, Vestrae
dilectionis, 585:
“No
pueden permanecer con Dios los que no quisieren estar unánimes en la Iglesia. Aun cuando ardieren entregados a las
llamas de la hoguera; aun cuando arrojados a las fieras den su vida, no será aquélla la corona de la fe, sino el castigo de la perfidia; ni
muerte gloriosa, sino perdición desesperada. Ese tal puede ser muerto; coronado
no puede serlo…”[134].
Juan
Pablo II aprobó la presencia de niñas en el altar
Juan Pablo II con niñas en el altar
Juan Pablo II también aprobó la presencia
de niñas en el altar, una práctica que está muy extendida en la Iglesia del
Vaticano II. La presencia de niñas en el altar fue condenada como algo malo por
el Papa Benedicto XIV, el Papa San Gelasio y el Papa Inocencio IV.
Papa
Benedicto XIV, encíclica del 26 de julio de 1755:
“El
Papa Gelasio en su novena carta a los obispos de Lucania condenó la funesta
práctica que había introducido a mujeres sirviendo al sacerdote en la
celebración de la misa. Puesto que este abuso se había extendido a los
griegos, Inocencio IV lo prohibió
estrictamente en su carta al obispo de Tusculum: ‘Las mujeres no se atrevan
a servir en el altar; debe ser totalmente rechazado este ministerio’. Nosotros también hemos prohibido esta
práctica con las mismas palabras en nuestra tantas veces repetida Constitución…”[135].
Juan Pablo II también “canonizó” a
personas que abrazaron totalmente las herejías del Vaticano II, la Nueva Misa y
el indiferentismo religioso. Esto es imposible que un verdadero Papa lo haga,
puesto que las canonizaciones de un Papa verdadero son infalibles. Esto sirve
para demostrar una vez más que Juan Pablo II no fue un verdadero Papa.
Juan Pablo II también condenó las
Cruzadas. Las Cruzadas fueron aprobadas solemnemente por cuatro concilios y por
más de diez Papas, incluyendo a los Papas Urbano II, Alejandro III, Calisto
III, Clemente V y otros.
Juan
Pablo II galardonado por los masones
Juan Pablo II recibe a la B'nai
B'rith (Logia masónica de Nueva York) el 22 de marzo 1982
En diciembre de 1996, la Logia del Gran Oriente de la Masonería
italiana ofreció a Juan Pablo II su mayor condecoración, la Orden de Galilea, como
expresión de gratitud por los esfuerzos que él hizo en apoyo de los ideales
masónicos. El representante de la masonería italiana señaló que Juan Pablo II
mereció el honor porque él promovió “los valores de la masonería universal: la
fraternidad, el respeto por la dignidad del hombre, y el espíritu de
tolerancia, puntos centrales de la vida de los verdaderos masones”[136].
Juan
Pablo II pidió perdón a China roja
El 24 de octubre de 2001, Juan Pablo
II pidió perdón a China Roja. ¡Juan Pablo II se disculpó ante el régimen
satánico comunista de China por los daños supuestamente de los católicos!
Incluso elogió la justicia social de la China Roja.
Juan
Pablo II, 24 de octubre de 2001: “La Iglesia Católica, por su parte, observa
con respeto este sorprendente impulso y planificación con visión de futuro…
La Iglesia se interesa mucho por los valores y objetivos que son de fundamental
importancia también para la China moderna: la solidaridad, la paz, la justicia
social…”[137].
La justicia social en China incluye
una política de un solo hijo por familia, que es impuesta por el aborto y la
anticoncepción forzada. El Gobierno chino mata a millones de niños cada año,
además de encarcelar, torturar y asesinar a los católicos.
Juan Pablo II declaró que la Iglesia
Católica y China son dos antiguas instituciones “que no se oponen entre sí”[138].
Elogiar la justicia social de la China comunista es ir más allá de la herejía,
es satánico.
Juan
Pablo II promovió la teoría de la evolución
El 22 de octubre de 1996, Juan Pablo
II declaró que la evolución era “más que
una mera hipótesis”[139].
Esto indica que él consideraba que la evolución es verdadera.
Juan
Pablo II dijo que el cielo, el infierno y el purgatorio no son lugares reales
En una serie de discursos en el
verano de 1999, publicados en el periódico oficial del Vaticano, Juan Pablo II
dijo que el cielo, el infierno y el purgatorio no son lugares reales.
En su Audiencia general del 21 de
julio de 1999, Juan Pablo II dijo que el cielo no era un lugar real[140].
El
28 de julio de 1999, Juan Pablo II dijo:
1) “Es precisamente esta trágica situación
que explica la doctrina cristiana cuando habla de la condenación eterna del
infierno. No es un castigo impuesto
externamente por Dios, sino un desarrollo de premisas ya puestas por el hombre
en esta vida”[141].
2) “Mediante el uso de imágenes, el Nuevo
Testamento presenta el lugar destinado a los malhechores como un horno
ardiente, donde habrá ‘llanto y rechinar de dientes’… Las imágenes del infierno que la Sagrada Escritura nos presenta deben
ser interpretadas correctamente. Ellas expresan la completa frustración y
vaciedad de una vida sin Dios. En vez
de un lugar, el infierno indica el estado de aquellos que libremente y
definitivamente se alejan de Dios, fuente de toda vida y felicidad”[142].
3) “La condenación eterna sigue siendo una
posibilidad real, pero que no tenemos
garantizado saber, sin una especial revelación divina, si los seres humanos, ni tampoco cuáles,
están efectivamente involucrados en ella. El pensamiento del infierno
no debe crear ―y mucho menos el uso
indebido de imágenes bíblicas― ansiedad o desesperación, sino que es un
recordatorio necesario y saludable de la libertad dentro de la proclamación de
que Jesús resucitado ha vencido a Satanás, dándonos el Espíritu de Dios, que
nos hace exclamar: ¡Abba, Padre!”[143].
Este discurso de Juan Pablo II, en
sí mismo, constituye herejía formal. Él dice que no sabemos si los seres
humanos están condenados. Es una verdad divinamente revelada del Evangelio que,
en la condenación eterna, están involucrados los seres humanos, como dice Jesús
en repetidamente. Por ejemplo:
Mateo
13, 39-42: “A la manera que se recoge la cizaña y se quema en el fuego, así será en la consumación del mundo.
Enviará el Hijo del hombre a sus ángeles y recogerán de su reino a todos los
escandalosos y a todos los obradores de iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego, donde habrá llanto y crujir
de dientes”.
En una breve audiencia a sus
compatriotas en polaco, Juan Pablo II recordó la enseñanza del hereje Hans Urs
von Balthasar de que “hay un
infierno, pero podría estar vacío”[144].
El 4 de agosto de 1999, Juan Pablo
II dijo que el purgatorio no es un lugar real([145]).
Papa
Pío IV, Concilio de Trento, sesión 25, 3 a 4 de diciembre de 1563, ex cathedra: “La Iglesia Católica,
instruida por el Espíritu Santo, ha enseñado, basada en la Sagrada Escritura y
en la tradición antigua de los Padres, en sus concilios y más recientemente en
este sínodo ecuménico, que el
purgatorio existe, y que las
almas allí detenidas, son
socorridas por las oraciones de los fieles y sobre todo por el sacrificio
aceptable del altar”[146].
En el encuentro de Asís del 24 de
enero de 2002, Juan Pablo II publicó el “Decálogo de Asís”. La palabra Decálogo
significa “los diez mandamientos”.
Juan
Pablo II, 21 de mayo de 2002: “El Día de la Oración por la Paz en el pasado
enero 24, proclamó tomar en serio la necesidad de promover el ‘Decálogo de Asís’, ayudar a crear un mundo más justo y
solidario”[147].
Por lo tanto, Juan Pablo II dijo que
la gente necesita proclamar los nuevos diez mandamientos que promulgó en
Asís.
Juan
Pablo II cambió el Rosario
Juan Pablo II ¡¿venerando un pedazo
de pan?!
Juan Pablo II también cambió el
Rosario. En octubre de 2002, Juan Pablo II añadió cinco nuevos misterios al
Rosario, llamados “Misterios Luminosos”. En el documento que promulgó los
misterios luminosos, Juan Pablo II declaró:
“Quien
contempla a Cristo recorriendo las etapas de su vida, no puede dejar de
percibir en él la verdad del hombre”[148].
Cuando contemplamos los misterios de
Cristo, no percibimos en Él la verdad sobre el hombre. Juan Pablo II dijo esto
porque él enseñó que el hombre es Dios, y específicamente, que la verdad del
hombre es que él es Jesucristo.
Juan
Pablo II enseñó que el hombre es Cristo
Juan
Pablo II, primera homilía, marcando para siempre el inicio de su ministerio
pastoral, el domingo 22 de octubre 1978: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo”
(Mt 16,16). Estas palabras fueron pronunciadas por Simón, hijo de Jonás, en la
región de Cesarea de Filipo… Estas palabras marcan el comienzo de la misión de
Pedro en la historia de la salvación…”.
“En este día y en este lugar esas mismas
palabras deben ser pronunciadas y escuchadas de nuevo: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del
Dios vivo’. Sí, hermanos, hijos e hijas, en primer lugar estas
palabras… por favor, escúchenlas una vez más hoy en este lugar sagrado, las
palabras pronunciadas por Simón Pedro. En esas palabras está la fe de la
Iglesia. En estas mismas
palabras está la nueva verdad, la verdad
última y definitiva acerca del hombre: el Hijo del Dios viviente – ‘Tú eres el
Cristo, el Hijo del Dios vivo’”[149].
En su primera homilía como “Papa” en
1978, en el mismo discurso que marcará para siempre el inicio de su ministerio
pastoral, el domingo 22 de octubre de 1978 Juan Pablo II proclamó al mundo que
el hombre es el Cristo, el Hijo del Dios vivo de Mateo 16, 16. Él incluso dijo que
ésta es una “verdad nueva” – una nueva verdad que él estaba ahí para revelar.
Según Juan Pablo II las palabras de San Pedro “Tú eres el Cristo, el Hijo de
Dios vivo” sobre nuestro Señor Jesucristo son las palabras que describen la
verdad del hombre. Esto es muy significativo, porque demuestra que se han hecho
realidad las palabras de Nuestra Señora de la Salette.
Nuestra
Señora de La Salette, 19 de septiembre de 1846: “Roma perderá la fe y se
convertirá en la sede de la anticristo… la Iglesia será eclipsada”.
De hecho, Juan Pablo II predicó que
el hombre es Cristo en muchas maneras. A veces era muy sutil e inteligente, en
otros momentos era muy evidente y audaz. Esto se explica en detalle al final de
este libro, pero aquí presentamos sólo algunas citas:
Juan
Pablo II, Audiencia general, 22 de febrero de 1984: “… para que las conciencias puedan ser liberadas en la plena verdad del
hombre, que es Cristo, ‘paz y misericordia’ para todos”[150].
Juan
Pablo II, Homilía, 17 de diciembre de 1991: “Queridos hermanos y hermanas, mirad a Cristo, la Verdad sobre el
hombre…”[151].
Juan
Pablo II, Homilía, 10 de diciembre de 1989: “… enderezad el camino del Señor y del hombre…”[152].
Juan
Pablo II, Homilía, 10 de agosto de 1985: “El
día de hoy, en la consagración de vuestra catedral, deseamos ardientemente que
ella se convierta en un ‘verdadero templo de Dios y del hombre’...”[153].
Juan
Pablo II, 25 de diciembre de 1978: “La
Navidad es la fiesta del hombre”[154].
Juan
Pablo II, 25 de diciembre de 2001: “… hagamos una pausa en la adoración en la
gruta, y la contemplación en el Redentor
recién nacido. En Él podemos reconocer el rostro de cada niño que nace…”[155].
Juan
Pablo II, 25 de diciembre de 1985: “¿Qué
es la gracia? La gracia es precisamente la manifestación de Dios… La gracia es Dios como ‘nuestro Padre’. Es
el Hijo de Dios… Es el Espíritu
Santo… La gracia es, también, el
hombre…”[156].
Juan
Pablo II, 31 de marzo de 1991: “Que el
respeto al hombre sea total… Todo
delito contra la persona es una ofensa contra Dios…”[157].
Juan
Pablo II, 24 de enero de 2002: “Atentar contra el hombre es, sin duda, atentar
contra Dios”[158].
Juan
Pablo II, Discurso al embajador de Túnez, 27 de mayo de 2004, p. 8: “… Por su
parte, la modesta comunidad católica
que vive en Túnez no tiene otra ambición que dar testimonio de la dignidad del
hombre…”[159].
¿La “comunidad católica” de Túnez no
tiene otra ambición que dar testimonio de la dignidad del hombre? Esa
declaración de Juan Pablo II indica que
la comunidad “católica” de Túnez no tiene ningún deseo de convertir a otros no
católicos, sino sólo dar testimonio de la dignidad del hombre.
Juan
Pablo II, Homilía, 24 de junio de 1988: “…
Dios quiere encontrar en el hombre a toda la creación”[160].
Esto significa que en el hombre se
puede encontrar toda la creación.
Juan
Pablo II, Discurso a los Misioneros de la Preciosa Sangre, 14 de septiembre de
2001: “Y en el momento de la Pascua esta alegría llegó a su plenitud como la
luz de la gloria divina resplandeció en el
rostro del Señor resucitado, cuyas heridas brillan siempre como el sol.
Esta es la verdad de quien sois, queridos hermanos…”[161].
Juan
Pablo II, Redemptor hominis, 4 de
marzo de 1979: “EN REALIDAD, ESE
PROFUNDO ESTUPOR RESPECTO AL VALOR Y A LA DIGNIDAD DEL HOMBRE SE LLAMA
EVANGELIO, ES DECIR, BUENA NUEVA. SE LLAMA TAMBIÉN CRISTIANISMO”[162].
El Evangelio es Jesucristo (su vida
y enseñanza), es la religión de la fe y la moral que Él reveló al mundo. Decir
que el Evangelio, la Buena Nueva y el cristianismo son el “profundo estupor
respecto al valor y la dignidad del hombre” es equiparar al hombre con
Jesucristo; eso es exactamente lo que Juan Pablo II dijo.
Gálatas 1, 8: “Pero aunque uno de
nosotros o un ángel del cielo os anunciase otro evangelio distinto del que os
hemos anunciado, sea anatema”.
Juan Pablo II estaba bajo anatema.
Él predicó un nuevo evangelio, no el de Jesucristo, sino el del hombre en el
lugar de Cristo: el Evangelio del Anticristo.
Papa
San Pío X, E Supremi Apostolatus, 4
de octubre de 1903: “… el signo
distintivo del Anticristo, el hombre se pone con temeridad infinita en el lugar
de Dios…”[163].
Juan
Pablo II portaba la “cruz torcida”
Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo
II y Benedicto XVI portaron una cruz que muy pocos han entendido: la siniestra
cruz torcida o quebrada en la que aparece el cuerpo de Cristo como una figura
repulsiva y distorsionada. Esta cruz torcida o quebrada fue utilizada por los
magos y hechiceros negros en el siglo VI para representar el término bíblico de
la “marca de la bestia”. Los satanistas en los siglos quinto y sexto, así como
magos negros y brujos de la Edad Media (476
- 1453), la utilizaban como figuras para representar su odio por el
cristianismo. El hecho de que se haya usado la cruz quebrada para propósitos
ocultos, se puede comprobar en el Museo de la Brujería en Bayona, Francia[164].
Puntos
concluyentes sobre Juan Pablo II
Por tanto, la pregunta que todo el
que profese ser católicos debe hacerse es la siguiente: ¿Juan Pablo II fue el
jefe de la Iglesia Católica? ¿O fue Juan Pablo II, pieza de una religión
diferente? Si Juan Pablo II era pieza de una religión diferente - ¿y quién se
atrevería negarlo a la luz de la clara y contundente evidencia que acabamos de
presentar? - entonces él no pudo haber sido el jefe de la Iglesia Católica.
San
Francisco de Sales, Doctor de la Iglesia:
“De
hecho, sería uno de los más extraños
monstruos que se podría ver; que
el jefe de la Iglesia no fuera de la
Iglesia”[165].
Hemos
probado, fuera de toda duda, que Juan Pablo II fue un hereje manifiesto.
Puesto que era un hereje, él no pudo haber sido un Papa válidamente elegido. Él fue un antipapa no católico. Como ya
hemos citado, el Papa Pablo IV enseñó solemnemente en su bula Cum ex apostolatus officio, del 15 de
febrero de 1559, que es imposible que un hereje sea un Papa legítimamente
electo.
Véase también:
Los escándalos y herejías de Juan XXIII
[1] www.cnn.com,
archivo del programa de Larry King Live, 4 de abril de 2005.
[2] Denzinger, The Sources of Catholic Dogma, B. Herder Book Co. trigésima edición inglesa, 1957,
no. 464.
[3] The Papal Encyclicals,
de Claudia Carlen, Raleigh: The Pierian Press, 1990,
vol. 5 (1958-1981), p. 255.
[4] The Encyclicals of John Paul
II, Huntington,
IN: Our Sunday Visitor Publishing Division, 1996, p. 497.
[6] L’Osservatore
Romano, 1 de julio de 1985, p. 3
[7] Denzinger 795.
[8] L’Osservatore
Romano, 23 de junio
de 1980, p. 3.
[9] L’Osservatore
Romano, 1 de enero de 1979, p. 8.
[14] L’Osservatore
Romano, 7 de mayo de 1984, p. 3.
[16] L’Osservatore
Romano, 14 de mayo de 1984, p. 7.
[17] L’Osservatore
Romano, 18 de enero de 1995, p. 11.
[19] L’Osservatore
Romano, 16 de abril de 1997, p. 3.
[21] Santo Tomás de
Aquino, Summa Theologica, Pt. I-II, q. 103., a. 4.
[24] L’Osservatore
Romano CD-Rom, Año 1986, Ciudad del Vaticano, Discurso del ángelus de Juan
Pablo II, 12 de octubre de 1986.
[27] L’ Osservatore
Romano, 29 de mayo de 2002, p. 4.
[30] Decrees
of the Ecumenical Councils, Sheed &
Ward y Georgetown University Press, 1990, vol. 1, pp. 550-553; Denzinger 39-40.
[32] L’Osservatore
Romano, 26 de agosto de 1985, p. 9.
[34] Associated Press, “Líderes
religiosos denuncian extremismo”, 29 de octubre de 1999.
[36] Citado por Amleto Giovanni Cicognani, Canon
Law, Philadelphia, PA: The Dolphin
Press, 1935, p. 177.
[38] L’Osservatore
Romano, 9 de diciembre de 1980, p. 5.
[39] L’Osservatore
Romano, 1 de marzo de 2000, p. 5.
[40] Von Pastor, History of the Popes, II, 346;
citado por Warren H. Carroll, , A History of Christendom, vol. 3 (The Glory of Christendom) Front Royal, VA: Christendom Press, 1993, p. 571.
[41] L’ Osservatore
Romano, 29 de marzo de 2000, p. 2.
[42] The Catholic World Report, “World Watch”, junio de 2000, p. 16.
[43] L’Osservatore
Romano CD-Rom, Año 2001, discurso de Juan Pablo II desde la mezquita, 6 de
mayo de 2001.
[46] L’Osservatore
Romano, 23 de octubre de 1989, p. 12.
[47] L’Osservatore
Romano, 19 de febrero de 1990, p. 12.
[48] L’Osservatore
Romano, 23 de mayo de 2001, p. 11.
[49] L’Osservatore
Romano, 12 de mayo de 1999, p. 11.
[57] Documentation
Catholique 94 (1997), 1003; citado en The Bible, The Jews and the Death
of Jesus, Comisión Episcopal de
asuntos ecuménicos e interreligiosos, Conferencia de obispos católicos de los
Estados Unidos, 2004, p. 31.
[58] Boletín du prieure Marie-Reine [195 rue de Bale, 68100 Mulhouse]; tambíen en
The Angelus, marzo-febrero de 2004, p. 70.
[66] www.cnn.com,
archivo del programa de Larry King Live, 4 de abril de 2005.
[70] Directory for
the Application of the Principles and Norms of Ecumenism, por el Pontificio
Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos, Boston, MA: St. Paul
Books & Media, pp. 78-79.
[78] Information Service 84 (1993/III-IV) 145; http://www.cnewa.org/ecc-bodypg- us.aspx?eccpageID=82&IndexView=alpha#footnote45
[85] Revista America, “A New Chapter in Catholic-Orthodox
Relations”, 3-10 de julio de 1999, vol. 181, No. 1
[99] L’Osservatore Romano, 15 de
noviembre de 2000, p. 6/7 – Joint Communique of John Paul II and
Catholicos Karekin II.
[112] The Code of Canon
Law (1983), A Text
and Commentary,
por encargo de Canon Law Society of America, editado
por James A. Coriden, Thomas J. Green, Donal E. Heintschel, Mahwah, NJ: Paulist
Press, 1985, p. 609.
[127] Salvifici Doloris, Carta apostolica de Juan Pablo II, 11 de
febrero de 1984, Pauline Books, p. 35.
[128] L’Osservatore Romano CD-Rom, año 1993, Discuros
angelus de Juan Pablo II, 9 de septiembre de 1993.
[129] L’Osservatore Romano CD-Rom, año 1994, Tertio Millennio
Adveniente de Juan Pablo II, 10 de noviembre de 1994.
[130] L’Osservatore Romano CD-Rom, año 1994, Tertio Millennio
Adveniente de Juan Pablo II, 10 de noviembre de 1994.
[139] Declaración de la Academia Pontificia de las
Ciencias, 22 de octubre de1996, versión original en francés.
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